Alma de versolari, corazón de futbolista

josé m. fernández

TORRE DE MARATHÓN

IGNACIO PEREZ

Tiene 8 apellidos vascos, le hubiera gustado ser poeta y estudió periodismo, pero encaminó su vida al fútbol

11 jun 2016 . Actualizado a las 13:09 h.

Nació en Derio, se formó como futbolista en la cantera del Athletic de Bilbao, su padre es entrenador, al menos uno de sus tíos ha jugado de forma profesional y también se ha sentado en un banquillo. Además, su abuelo materno era tío del famoso jugador del Athletic Koldo Aguirre y entre sus antepasados se encuentra Juan Urquizu, exjugador y exentrenador del Athletic, que conquistó una Liga y 3 Copas en el banquillo de San Mamés. Con esos antecedentes, a Gaizka Garitano Aguirre (Derio, 1975) el destino le tenía reservado un lugar sobre el césped, primero, y en el banquillo, después.

Claro que también podría haber elegido otro camino. Porque a Gaizka, que más de una vez ha confesado que las canciones de Bruce Springsteen han cambiado su vida, le hubiera gustado ser poeta, pero también podría haber encaminado su vida hacia el periodismo, materia en la que se licenció aunque nunca ha ejercido. Si el periodismo le sirvió para cultivarse -prefiere no leer nada de lo que se escribe sobre él para evitar que las criticas le refuercen en exceso o le debiliten-, la poesía es su gran pasión. De no haber apostado por el balón se hubiera convertido en un versolari, la versión vasca del poeta popular, que compone y canta, casi siempre de forma improvisada, y cuyos encuentros enfrentan a veces a miles de personas. Una habilidad poética que mostró desde el balcón del Ayuntamiento de Éibar para celebrar el ascenso del equipo a Primera División, el 31 de mayo del 2014. 

Gaizka Garitano es hijo de Ángel Garitano, conocido popularmente como Ondarru, y mano derecha durante 25 años de José Manuel Esnal Mané, el entrenador que ascendió al Lleida, Levante y Alavés, club con el que disputó la final de la UEFA, y que también dirigió, entre otros, al Espanyol y al Athletic. Su tío, Ander, un jugador de clase que desarrolló buena parte de su carrera en Bilbao y Zaragoza, también se llegó a sentar, de forma efímera, en el banquillo del conjunto maño. 

Un buen vasco

Futbolista, entrenador, versolari y periodista, pero por encima de todo vasco, un buen vasco en la definición de uno de los mayores éxitos de taquillas del cine español de los últimos años. El nuevo entrenador del Deportivo tiene ocho apellidos vascos: Garitano, Aguirre, Urkizu, Asla, Zubikarai, Madariaga, Garraminia y Arteche. «Soy vasco de los de siempre», como el personaje que en la famosa película representa Karra Elejalde. Serio, tiene fama de decir las cosas a la cara y de forma clara. Exige esfuerzo, quizá porque lo ha vivido en sus propia persona, en una carrera como futbolista que le permitió debutar con apenas 18 años en Segunda División (Bilbao Athletic), pero que no sería hasta los 30 cuando, por fin, se asomó durante medio centenar de partidos a la Primera División, con la Real Sociedad.

En el 2009, tras un pequeño calvario con las lesiones, dejó de ser futbolista y comenzó a ser entrenador. Atrás, una extensa carrera con parada en los cuatro equipos vascos que alguna vez han militado en Primera: Athletic, Eibar, Real Sociedad y Alavés. 

Centrocampista defensivo de notable presencia física y apto para sostener la medular -su compañero en el Eibar Cabrejo lo definía como, salvando la distancia, «una especie de Busquets»- , Gaizka Garitano nunca vivió sobre el césped un ascenso. Lo acarició especialmente en la campaña 2004-05 cuando llevaba el brazalete de capitán del Eibar y compartía vestuario con aquel equipo en el que brillaba David Silva (cedido por el Valencia) y en cuyo banquillo se sentaba Mendilibar, precisamente el técnico que le sustituyó el año pasado cuando abandonó el banquillo armero con la serenidad y sencillez que ha manejado toda su carrera deportiva: «Un entrenador que desciende no tiene potestad para seguir». Así se manifestó entonces, aunque posteriormente, su equipo recuperó la categoría tras el descenso administrativo del Elche.

Fútbol y tradición para alguien cuya única experiencia en el sur se centra en Valladolid, durante apenas unos meses. Ahora vuelve al norte, cerca de uno de los lugares (Ourense) en los que maduró para coger impulso y regresar a su tierra como un referente del medio campo tras haber dejado atrás el Bilbao Athletic, el Lleida y una primera experiencia en Eibar. Entonces, 1999-2001, aún no había debutado en Primera, aunque, eso sí, se había enfundado la camiseta del primer equipo del Athletic en un partido de competición europea. En Ourense, además, descubrió una ciudad y unos amigos que, como buen vasco, conserva incluso quince años después. Allá regresa cada verano, como visita obligada que adorna con alguna charla futbolística.