Víctor se enreda con todos

José M. Fernández

TORRE DE MARATHÓN

PACO RODRÍGUEZ

Los resultados de la segunda vuelta y su mala gestión del grupo condicionan su futuro en el Deportivo

20 may 2016 . Actualizado a las 15:21 h.

Regresó al Dépor en un momento delicado de la entidad, nueve años después de haber cerrado su ciclo como jugador y para tratar de enderezar el rumbo de una nave que navegaba a la deriva. Era, además su estreno como primer entrenador. Una apuesta arriesgada para el último tramo liguero, pero que contribuía a reducir la inestabilidad social en un club duramente castigado por lo que su antecesor (Víctor Fernández) definió como «un entorno autodestructivo».

Pese a cosechar solo una victoria en los ocho partidos que clausuraron la competición, el Dépor frenó su caída y se salvó del descenso en la última jornada, con un agónico empate a dos en el Camp Nou frente a un Barcelona que celebraba el título y homenajeaba a Xavi. Suficiente para que Víctor Sánchez del Amo (Getafe, 23 de febrero de 1976) se ganase la renovación, la oportunidad de dirigir una campaña completa al equipo en el que pasó siete como jugador y con el que conquistó una Liga, la Copa del Centenariazo y dos Supercopas. Unía así de nuevo su destino a una ciudad, A Coruña, de la que procedía el técnico que le hizo debutar en Primera con el Real Madrid un 25 de mayo de 1996, Arsenio Iglesias, precisamente el mismo que el sábado, veinte años después de aquel estreno, recibió el homenaje de Riazor en el que todo apunta que será el último partido de Víctor en el banquillo del Dépor, por más que manifestara que no tenía la sensación de que fuera su despedida.

De Víctor Sánchez del Amo se sabía que era un profesional serio, formado en la exigente cantera del Madrid y que se había fabricado una carrera consistente, quizá clausurada un tanto prematuramente por las lesiones. Observador impenitente, encaminó sus pasos hacia los banquillos tras firmar un curso de director deportivo, los tres niveles del curso de entrenador y una reposada experiencia como comentarista televisivo. Hasta que el Dépor le ofreció su banquillo, su experiencia se reducía a varias temporadas como ayudante de Míchel, con el que finalizó su relación de forma abrupta después de una agria polémica tras una eliminatoria europea cuando ambos compartían banquillo en el Olympiacós. En cualquier caso, por encima de un estilo o de un revulsivo, el Dépor y su gran valedor, Tino Fernández, vieron en Víctor Sánchez una conexión con el pasado, un aldabonazo emocional con la afición.

Una temporada completa después, la amable elección se ha revelado como un auténtico fiasco. El Dépor ha cumplido con el objetivo de permanecer en Primera a una jornada del final, pero ha asistido a un esperpéntico cruce de declaraciones que ha tenido como protagonistas a Jorge Teixeira, el agente de Luisinho, a buena parte de los jugadores de la plantilla y, sobre todo, al propio técnico, que, en una inédita rueda de prensa en la que no admitió preguntas, expuso su particular relato de las desavenencias con dos jugadores de la plantilla, redujo el sonrojante 0-8 frente al Barcelona a la efectividad del mejor equipo del mundo, apeló a Cruyff para poner en valor el récord de empates de la Liga (18) e instó a los presentes a que prestaran atención a que solo cinco rivales habían perdido menos partidos que su equipo. Ni un atisbo de autocrítica después de 19 partidos sin dejar la portería a cero, sumar 15 puntos (2 victorias y 9 empates) en toda la segunda vuelta o caer a las primeras de cambio en la Copa del Rey frente al Mirandés.

La intención de ampliarle el contrato a tres temporada más para premiar una sólida primera vuelta se redujo finalmente a una. Pese a que el aireado incidente de pretemporada entre Luisinho y Arribas parecía enterrado, con la cuesta abajo iniciada en enero los ecos de las habituales quejas de los vestuarios ampliaron su volumen. Ya no se trataba de la reivindicación de una titularidad o de un episódico desencuentro. Las sesiones de vídeo se recibían mas como un reproche acusador que como un método de corrección, algunos jugadores no se recataban en cuestionar determinadas prácticas de entrenamiento o en airear lo que definían como trato discriminatorio desde el cuerpo técnico. Probablemente, nada fuera de lo normal de no ser porque en su excesiva preocupación por el control absoluto, Víctor Sánchez del Amo, a quien le cuesta encajar la voz discordante, por leve que fuera, se ha dado de bruces con el entorno.

Los resultados negativos, su distanciamiento de la mayor parte de los estamentos del club y algunas controvertidas decisiones aceleraron en el tramo final la descomposición de un grupo calificado de escasamente conflictivo. Pese a la inexplicable segunda vuelta, no solo ha sido el aspecto deportivo el que le ha colocado en el disparadero al técnico madrileño. El Dépor se ha peleado con el balón parado (propio y ajeno) y la afición ha cuestionado la lectura de los partidos, los cambios y un buen numero de decisiones técnicas, pero ha sido la ausencia de una crítica real, el bochornoso espectáculo de la última semana, y el fracaso en la gestión del grupo lo que cuestiona definitivamente la continuidad del técnico.