Autorretrato de Sánchez del Amo

José M. Fernández REDACCION / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

La comparecencia confirma el deterioro de la situación y su incapacidad para la gestión de grupos

14 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Un escenario preparado. Ni fue casual la fecha elegida por Víctor Sánchez del Amo para explicar el inexplicable deterioro de una situación que mancha la camiseta que dice defender, ni lo fue la inesperada aparición como telonero en la abarrotada sala de prensa de Abegondo de Arribas. El central preparó el camino golpeando con saña la profesionalidad de dos compañeros de profesión. El entrenador remató la faena.

El técnico madrileño aprovechó el altavoz que le brindaba la visita del club de sus amores para pasar factura pocos días antes de su inevitable marcha. Si existía alguna duda sobre su futuro en el  Dépor, Víctor la despejó definitivamente ayer cuando destrozó los códigos que un técnico nunca puede romper y traspasó la única línea que un profesional no debe atravesar: la descalificación pública de todo aquel que le haya cuestionado, incluidos sus propios jugadores.

En la sala de prensa de Abegondo, en las instalaciones del club, y antes de un duelo del que puede salir el próximo campeón de Liga, respondió el agente de Luisinho, Jorge Teixeira -en el fondo, un profesional al que le pagan por defender a su representado-, pero en realidad, su actuación corroboró la única realidad palpable desde el verano pasado: Víctor Sánchez del Amo es un pésimo gestor de grupo. Porque pésima gestión es mantener a un jugador que «casi» le agrede y está enfrentado con el resto del vestuario o descalificar a un profesional con más de 15 años de experiencia como alguien «bipolar».

En medio de todo el marasmo producido por el cruce de declaraciones de un vestuarios que -a la vista está- no ha sabido controlar, Víctor expuso su incapacidad para conducir una plantilla, para aunar voluntades en busca de un fin común. No parece muy capacitado para dirigir grupos quien en público se lava las manos y apela a que había transmitido sus quejas a sus superiores o quien compromete a testigos ausentes -jugadores, director deportivo...- para justificar su inseguridad y su escasa personalidad para las decisiones.

Si grave es que un entrenador con contrato en vigor aproveche las instalaciones del club para entablar un navajero cruce de declaraciones con un agente, peor aún es utilizar demagógicamente a una afición a la que no se ha dado explicación alguna de un bajón de juego que casi le cuesta el descenso o insinuar que Luisinho pudo lesionar a Lux. 

Ausencia de autocrítica

Pero el discurso de Víctor Sánchez del Amo no se redujo al episódico -y subjetivo- relato del enquistamiento de su relación con algunos jugadores. El bloc de notas incluía una encendida defensa de una temporada para olvidar, por más que Víctor se esfuerce en reducir un 0-8 a la efectividad del mejor equipo del mundo, apele a Johan Cruyff para sacar pecho ante el récord de empates de la Liga, recalque que nadie ha prestado atención a que solo cinco rivales han perdido menos partidos que el Deportivo o se imponga una medalla por llegar a la última jornada «sin sufrir como en años anteriores».

Rechazar las preguntas también forma parte de ese escenario preparado para no decir la verdad, para ocultar que, en realidad, a Víctor Sánchez del Amo le afecta cualquier crítica, por nimia que sea.