El Dépor navega a la deriva. Lleva semanas intentando alcanzar la costa para poder celebrar la permanencia, pero cada vez que avista la orilla un golpe de timón le hace cambiar el rumbo. El comandante de la nave, Víctor Sánchez del Amo, hace tiempo que parece haber perdido el norte. Mostrándose incapaz para guiar a la plantilla, que también tiene mucha culpa de la situación, hacía un objetivo que parecía seguro al final de la primera vuelta y que en la segunda se ha complicado por méritos propios.
Además, parece que el ambiente entre la tripulación y el jefe no es demasiado bueno y aunque se ha buscado a un cabeza de turco con Luisinho, no debe de ser éste el origen del problema. Está claro que ahora lo único que importa es llevar el navío a un buen puerto y pasar allí un verano tranquilo hasta poder empezar la próxima campaña una nueva travesía en Primera.
La afición ya está harta de excusas, lo único que quiere es que se acabe la tormenta y celebrar la salvación. La marcha del Dépor en la segunda vuelta de la Liga no permite ser muy optimistas de cara a los dos últimos partidos, y más todavía viendo la entidad de los rivales. En el Madrigal, los blanquiazules volverán a tener la oportunidad de lograr la tranquilidad, para ello deben ganar a un Villarreal sin exigencias en la clasificación, ya tiene garantizada su plaza en la próxima Liga de Campeones. La necesidad del equipo de Víctor debe notarse en el verde.
En la última jornada recibiremos al Real Madrid en Riazor y si los blancos llegan peleando por la Liga puede ser un drama. El Deportivo lo tiene en sus botas, pero si falla deberá mirar a otros campos. Yo soy de los que piensa que quizá lleguemos a la orilla gracias a un golpe de viento y no a uno de timón. Y ese golpe de viento puede llegar con los tropiezos de nuestros rivales. Es duro decirlo, pero estamos en un momento en el que es más fácil pensar en que puedan fallar los otros a que vaya a acertar el Deportivo.