Siempre nos quedará Lucas

José M. Fernández PUNTO Y COMA

TORRE DE MARATHÓN

25 ene 2016 . Actualizado a las 15:33 h.

Un punto de crueldad. Ni el Dépor acumuló deméritos para merecer tanto castigo ni el Valencia para llevarse un empate. Manejó el partido el equipo coruñés con cierta comodidad, gracias a un centro del campo que, sobre todo en el primer tiempo, ejerció un incuestionable control sobre el juego y fue capaz de impulsar el peligro de la sociedad, cada vez más letal, que forman Luis Alberto y Lucas Pérez.

Si Mosquera volvió a ser el jugador total, generoso y acertado, del inicio de la temporada y Bergantiños el escudero ideal, el Dépor se impulsó también con la delicadeza de Cani y la entrega de Faysal. Por ahí, hasta que los cambios modificaron el discurso, el cuadro coruñés se acercó más a las posibilidades de un grupo que además de saber competir tiene más fútbol del que aparentó durante las últimas semanas, y juego suficiente para que Lucas Pérez no se desespere persiguiendo sombras o balones imposibles. El delantero coruñés aprovechó una espectacular delicadeza de Luis Alberto para marcar su gol número 13, aunque, una vez más, fue el principio y final de casi todo el peligro que genera el Dépor, el jugador al que aferrarse cuando se entrega la iniciativa al rival, se especula con el tiempo o se acumulan futbolistas de corte destructivo. Incluso en noches que, como la de ayer, un auxiliar la hace la vida imposible. Marca cuando la maquinaría funciona y cuando hay atasco general; mejora un buen pase y se fabrica goles en soledad. Siempre está. Ayer también.