Diogo Salomão: «No soy creyente, pero en el gol le di gracias a Dios, a Alá... a todo el mundo»

Xurxo Fernández Fernández
Xurxo Fernández A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

El portugués, que selló la permanencia, volvería feliz al Dépor, pero el reglamento juega en su contra

27 may 2015 . Actualizado a las 09:47 h.

Diogo Salomão (Amadora, 1988) fue el jugador con menos minutos de quienes completaron la temporada en el Dépor. Pero estuvo en el momento exacto, el de firmar una permanencia que no pudo celebrar en A Coruña, porque voló directo de Barcelona a Lisboa. Allí, reconoce entre risas por teléfono, aún sigue de fiesta.

-¿Cuántos mensajes de agradecimiento ha recibido?

-Las gracias se las tengo que dar yo a todo el mundo. A la afición y al club, por estos cuatro años que me han dejado pasar allí.

-¿Qué le vino a la cabeza en el 2-2? ¿Cómo lo recuerda?

-Cómo voy a describir algo así. No tengo manera de explicar cómo se siente uno en ese momento. Llega el balón y bota delante de mí. Solo veo la portería y pienso que no voy a tener más oportunidades como esa. Que ahí está la temporada. La pelota entra en la portería y yo ya solo noto una explosión dentro, muchísimas emociones mezcladas. Ánimos, rabia por todo lo que había ocurrido durante el año.

-Un año especialmente duro.

-Mucho. Casi no pude participar. Solo a partir de diciembre. Perdí muchísimo tiempo por culpa de la lesión y solo la gente más cercana a mí, mi familia y mis compañeros, saben lo que me costó pasar por ese proceso de recuperación. Pero al final tuve el premio a todo el esfuerzo.

-¿De quién se acordó? ¿A quién le dio gracias?

-Yo no soy creyente, pero en ese momento le das gracias a Dios, a Alá... A todo el mundo (ríe). Es una suerte increíble que me haya tocado un premio de ese tamaño. Quién podría ocultar lo que yo siento por A Coruña desde el primer momento en que llegué. Ver todo el cariño que la afición y los directivos me han transmitido... Cuanto más tiempo he ido pasando ahí, más ha ido creciendo mi vínculo. Estoy encantado por haber podido devolverles algo.

-Ya es más coruñés que portugués. Hasta juega a la pocha.

-¡Sí! Durante estos cuatro años también he ido aprendiendo. En Portugal no hay pocha. Pero vamos, que sigo teniendo mucho que aprender, porque soy el peor de todos. Me utilizan para vacilarme y ganarme siempre. Pero es lo más divertido de las concentraciones. Solo hay que mirar al grupo que jugamos: Manuel Pablo, Poroto, Laure, Álex... Los veteranos. A ellos los conozco más que a cualquier compatriota.

-Esos veteranos fueron los primeros a los que se abrazó.

-Todo el mundo vino a felicitarme, pero la realidad sabemos cuál es. El héroe acaba siendo el que mete el gol, pero el trabajo es del resto. Ellos siguieron de cerca mi esfuerzo, los problemas que tuve que superar, y sabían lo que significó para mí marcar.

-¿Con el 2-0 lo vio todo perdido?

-Si nos ves después del segundo gol notas nuestra desesperación, nuestro sufrimiento. Ellos estaban de fiesta y nosotros hundidos. Pero luchamos hasta el final. El gol de Lucas fue lo que nos dio la esperanza hasta el último minuto. El que nos hizo creer en que podía llegar cualquier acción que nos diera la salvación.

-Ese sufrimiento provocó incluso unas discusiones sobre el campo que recogieron las cámaras de televisión.

-Sí, eso es una muestra de la tensión. Me salió mal un pase y Lucas estaba metidísimo en el partido y se enfadó. Es el que más transmitía la sensación de tensión. Luego vino y me abrazó.

-¿También fue de los que le pidieron calma a los del Barça?

-Uff... Es que aquello no se terminaba nunca. Los últimos diez minutos se nos hicieron noventa. Ya habíamos conseguido empatar que era lo más difícil y quien más quien menos nos acercamos a algún jugador del Barça para decirles que ya estaba bien, que nos lo habían puesto muy complicado y ya podían estar tranquilos, que nos estábamos jugando la vida.

-¿Va a volver al Dépor?

-Creo que por el reglamento no podría volver, no me pueden ceder más de cuatro veces. Pero habrá que ver qué sucede. Claro que ese hecho, el haber estado cuatro temporadas cedido en el mismo lugar, ya deja claro lo que yo siento por el Dépor, por su gente, y por A Coruña. El cariño y el respeto que les tengo.

-En invierno, cuando vio que no jugaba, ¿pensó en irse?

-Es imposible esconder que pasé un momento muy doloroso. Que me sentí fatal cuando salí de la lesión y vi que no contaba. Pero nunca perdí la fe en ayudar al Dépor. En diciembre me llegaron propuestas de cesión desde España y Portugal, pero yo me reuní con la directiva y les dije que tenía una última palabra que decir antes de final de temporada. Para mí era importante jugar, no estar una campaña entera parado. Pero siempre creí en mí y en que mi oportunidad llegaría. Jugar o no depende de muchos factores, pero aunque no hubiera podido saltar al campo en toda esta temporada yo habría salido de A Coruña feliz por haber pertenecido al Dépor. En esta profesión hay que saber esperar el momento y en el Camp Nou llegó mi turno. El día de ser héroe.

-Antes de saltar al campo, ¿hubo algo que le indicara que ese iba a ser su día? ¿Alguna señal?

-Nada. Para mí a nivel individual fue un partido normal, más allá de su trascendencia. No hubo ninguna señal que me hiciera pensar que iba a marcar. La oportunidad surgió sin esperarla y marqué el gol de mi vida. El mejor de toda mi carrera.