Los héroes por sorpresa del Deportivo

José M. Fernández REDACCIÓN / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

Tras una campaña irregular por las lesiones, Lucas y Salomão encontraron el premio en el Camp Nou

24 may 2015 . Actualizado a las 17:02 h.

De héroes inesperados. Si Lopo mantuvo vivas las esperanzas del Deportivo en las dos citas anteriores, marcando a última hora en San Mamés y abriendo el camino del triunfo frente al Levante, el santoral deportivista añadió ayer a Lucas Pérez, el corazón blanquiazul, y a Salomão, aunque, en el fondo y por ese a veces inexplicable hilo que une a la grada con algunos de los suyos, el portugués mantiene un idilio con la afición desde su primer contacto, a mediados de la campaña 2011-2012.

Uno y otro, el coruñés y el luso, ejemplifican quizá como ningún otro compañero la temporada deportivista, sendas metáforas de una campaña en la que lo mejor es pensar que «lo que no te mata te hace más fuerte». La lenta recuperación de Salomão y las lesiones de Lucas no les han permitido ofrecer todo lo que se que se esperaba, pero el destino les reservó un pequeño espacio, el de héroes del partido imposible, de casi el único éxtasis blanquiazul de la temporada. En el terreno del campeón de Liga y en la despedida de Xavi, el mejor jugador del balompié español.

Lucas Pérez, el pelotero que se vio obligado a buscarse la vida lejos de su A Coruña natal. Vitoria, Madrid, Lviv, Atenas... y, por fin, A Coruña, un regreso temporal que él confía en ampliar. A costa de rebajar su salario y para volver a empezar, para recorrer la banda en la que brilló su admirado Fran y echar una mano a un equipo necesitado. Después de un inicio de temporada duro, de enlazar varias lesiones y algún que otro episodio de ansiedad, ha acabado la temporada como el máximo goleador del equipo, con seis tantos, pero, sobre todo, como el jugador que abrió el camino del milagro en la última jornada. Alojó su disparo con la izquierda, una de sus mejores virtudes, lejos de las manos de un Masip incapaz de atajar el primer remate deportista entre los palos. Iban 66 minutos y cuando Lucas, ayer -como en el tramo final del duelo frente al Levante- de falso delantero, abrió la puerta el milagro a un conjunto coruñés que dependía de sí mismo para seguir en Primera. Irregular, quizá por sus problemas físicos y la necesidad de agradar, e irascible a veces con sus compañeros, a Lucas nadie le puede echar en cara la falta de entrega. Ha disputado 21 partidos, ha sido el pichichi del equipo y el jugador que más veces ha intentado el remate Como su calidad, le sobra.

Tiene desborde y velocidad. Y también un mal fario que no le ha permitido rendir de forma regular en ninguna de sus cuatro aventuras en el Deportivo. Con menos de media docena de apariciones esta campaña y 49 partidos en sus tres experiencias anteriores, no es fácil entender el idilio que Salomão tiene con la grada de Riazor. Ayer marcó su octavo gol en Liga con el Dépor, el primero de una temporada para olvidar después de la grave lesión que sufrió el año pasado. Regresó, como Lucas, para echar una mano. Misión cumplida.