Baptistao: «Miraba a Lucas y era distinto a los otros, parecía brasileño»
TORRE DE MARATHÓN
El coruñés vuelve a Vallecas, donde fraguó una amistad imperecedera
30 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.-Lucas: ¿Cómo estás, amigo?
-Baptistao: ¿Qué tal, Luquitas? Ya me da la risa solo oírte.
-L.: ¿Estás mejor o no?
-B: ¿Por qué? Sí, mucho mejor ya.
-L.: Pero no vas a jugar contra nosotros, que tenemos que ganar.
-B.: Oye, que nosotros también.
Entre risas y bromas, como si el deportivista Lucas Pérez y el delantero del Rayo Leo Baptistao siguiesen compartiendo piso en la cantera del club madrileño, rival del equipo coruñés esta noche (20.45 horas, Canal+ Liga y GolT), los dos amigos relatan en La Voz confidencias y recuerdos de una etapa que guardan como una de las más felices de sus vidas. Cuando Luquitas y Brasil, como se apodaron entonces, compartían sueños desde un piso del barrio de Vallecas. Esta fue su conversación.
-¿Cuándo se conocieron?
-L.: Llevaba dos años en el Atlético, pero no apostaban por mí y me salió la oferta del Rayo. Vivíamos en dos pisos, uno para los del segundo equipo y otro para los chavales del juvenil. Eran en dos edificios muy cercanos. Viví con compañeros como Nono, Leo, Lass, Migui, Jorge García, había juveniles... éramos como una familia. Venía una señora que se encargaba de hacer la comida.
-B.: Lucas es muy buena persona y estaba siempre de broma, con sus chistes y su acento gallego. Le miraba y era distinto de los otros, me parecía brasileño. Decía avó, irmá, como en mi país.
-L.: Leo es una persona maravillosa. Siempre conmigo en el piso jugando a la Play. También dábamos paseos por Vallecas, o íbamos al centro comercial. Su madre vino y fui con ellos a comer. Todo son buenos recuerdos.
-B.: Me ayudaba mucho (también suelta una carcajada), estaba siempre conmigo. Me llevaba al centro comercial, porque yo no conocía mucho y me acompañaba a casi todo.
-¿Quién ganaba en la consola?
-L.: Yo, por supuesto.
-B.: Me enseñó él. Ha creado un monstruo en la Play y ahora no me podría ganar.
-L.: Vamos a tener que echar una partida, ¿eh?
-B.: Cada uno tenía su habitación, pero yo pasaba más tiempo en la suya que en la mía. Incluso por la noche llevaba mi colchón para jugar hasta altas horas. Eras una mala influencia.
-L.: (Se ríe) No, eras tú, que venías de Brasil y no podías dormir. Te quedabas dormido por el día. Yo solo te ayudaba a integrarte (más risas).
-B.: Es verdad, es verdad (se ríe). ¡Qué buenos tiempos, madre mía! No nos imaginábamos que un día iba a pasar todo esto.
-L.: No, no, no. No se pensaba. Solo tenías el sueño de jugar al fútbol y seguir luchando por él. Y ahí seguimos. Pero lo más bonito del fútbol son amistades como esta, que te quedan para toda la vida.
-¿Jugaban el Dépor contra el Rayo Vallecano?
-L.: A ver. Una cosa es ser del Dépor y otra cosa es jugarte algo. Cuando te juegas una cena o algo de pagar no hay colores que valgan. Nadie se jugaba algo con un Almería, con todos los respetos. Cogíamos el Barcelona o el Madrid. Tienes que ser el creador de la Play para irte a otros.
-B.: Pero siempre hablaba del Dépor. Me decía que al final iba a jugar ahí. La única camiseta del Dépor que tengo me la dio él cuando estábamos en el piso. Me la trajo un verano después de las vacaciones. Una de manga larga, azul y blanca. Fue su regalo de A Coruña.
-L.: Pues yo espero que Leo no juegue, porque así no va a meter ningún gol. Que los guarde para los próximos partidos.
-B: A ver qué pasa. Adiós, Luquitas.
-L.: Ciao, Brasil.