¿Por qué nos duelen los pies?

La Voz REDACCIÓN

TENDENCIAS

MIKE BLAKE | REUTERS

La gran mayoría de los problemas en las extremidades inferiores se deben a una mala elección del calzado

03 mar 2015 . Actualizado a las 17:13 h.

Los pies nos duelen, día sí, día también y al tercero no. Es una mantra, como el dolor de cabeza. Y aunque muchos se empeñen en el ibuprofeno para ponerle fin a todos los males, lo cierto es que no tienen porque terminar así. La culpa del calvario de las extremidades inferiores la tenemos nosotros. Sí, sí. No intentes buscar excusas ni mirar hacia otro lado mientras te señalas el pecho con esa mueca que todos hemos hecho alguna vez y que acompaña a esa pregunta alargando la última vocal: «¿yo?». Es tontería. La culpa es nuestra y punto.

Bueno, en realidad, ciñéndose a la verdad, la culpa es del calzado y de la obsesión del ser humano por obviar el cuidado de esta parte de su cuerpo humano más allá de cuando se ven, es decir, del verano. Y es que de los huesos, las articulaciones y los ligamentos que los componen dependen no solo moverse de un lado al otro sino también garantizar la estabilidad y soportar todo el peso del cuerpo. El dolor prolongado, que podría ser considerado casi como un maltrato, provoca rozaduras, callosidades o juanetes pero también afecta a rodillas, cadera y males de la columna vertebral.

Aunque los tacones se lleven la mala fama, lo cierto es que el resto de zapatos tampoco son mano de santo para los pies. Cada uno, es malo, y a la vez beneficioso -ojo-, a su manera. Y sin importar los centímetros que se eleven o se dejen de elevar del suelo. Entonces, ante esta revelación llega la gran pregunta: ¿cómo afecta cada tipo de calzado a los pies?

- Zapatos de tacón. Las mujeres casi se lo saben al dedillo. Son malos, pero es el calzado favorito del sector femenino sobre todo cuando tienen ante si algún tipo de evento festivo. Y no solo porque se sumen centímetros de estatura, sino también porque estilizan las piernas y se logra una mejor figura. Sin embargo, y a pesar de este amor incondicional, sus desventajas están más que presentes. Además de perder estabilidad, la cifra más clara es que en tacones la parte delantera del pie soporte el 90 % del peso corporal, cuando lo habitual y sano es que sea el 43 %.

- Zapatos de cuña. Juegan en la misma liga que los de tacón, pero en una categoría inferior. Al sumar centímetros, ofrecen las mismas características visuales que los tacones, pero al tener esa especie de plataforma ofrecen un mejor apoyo para las extremidades inferiores. Eso sí, los expertos recuerdan que aunque sean más cómodos, esto no significa que se puedan añadir centímetros a la ligera. La clave, como en los tacones, parece que está en los 3 o 5 centímetros.

- Botas y botines. Son la salvación de los pies en invierno para afrontar los días de mal tiempo con lluvia y frio. Aunque no es la única época del año que se pueden lucir, sobre todo los botines -como los que se pueden encontrar en El Corte Inglés- al contar con una caña más baja que pueden seguir en el armario durante los meses de otoño y primavera. A pesar de que puede parecer que solo sujetan el tobillo, este tipo de calzado recoge el pie y gracias a su suela gruesa las imperfecciones del terreno quedan fuera de afectar a las extremidades inferiores. Los expertos recomiendas apostar por las botas con tacón ancho, ya sea más o menos alto -aunque no más allá de los 5 centímetros-. ¿Las recomendaciones? Estos botines planos en color topo con trabajo de troquelados en la caña de Is To Me, estos con poquito tacón de ante en negro y con detalle de hebillas en costraste de colores de Nine West, estos en camel con detalle de cremallera en el ribete de caña baja y tacón medio de Fórmula Joven, o los de tacón negro con cierre de pulsera con hebilla en el tobillo de Fórmula Joven. Eso sí, aquellas personas con pies cavos o arqueados es mejor que eviten este tipo de calzado ya que les suelen hacer bastante daño.

Botines negros con cierre de pulsera con hebilla en el tobillo de Fórmula Joven y Botines con trabajo de troquelados en la caña en color topo de Is To Me
Botines negros con cierre de pulsera con hebilla en el tobillo de Fórmula Joven y Botines con trabajo de troquelados en la caña en color topo de Is To Me ECI

Botines planos de ante en negro de Nine West y Botines camel con detalle de cremallera en el ribete de Fórmula Joven
Botines planos de ante en negro de Nine West y Botines camel con detalle de cremallera en el ribete de Fórmula Joven ECI

- Bailarinas. Son, por antonomasia, el calzado plano. Las mujeres los usan, sobre todo, para edl día a día, y eso que no estilizan ni nada por el estilo. A pesar de la sensación de comodidad que proporcionan, al casi no sujetar los pies y contar con una suela muy fina traslada todas las imperfecciones del terreno que se pisa generando todo tipo de molestias que van desde calambres, contracturas o dolores musculares.

- Mocasines. Es la mezcla entre el típico zapato castellano con una bailarina. Gracias al cuero fino con el que suelen estar hechos, son una opción muy buena para pies anchos o con deformidades ya que se adaptan perfectamente y los dejan respirar. Sin embargo, si su suela es muy fina no aísla a la extremidad del suelo.

- Zapatillas. Aquí se agrupan todo ese calzado deportivo que, en realidad, no se usa para hacer ningún tipo de ejercicio físico. Al llevar unos cordones que sujetan el pie, contar con una suela gruesa y estar hechas de un material flexible, suelen ser cómodas y perfectas para el día a día. Sin embargo, no terminan de ofrecer una correcta absorción de todos los impactos.

- Sandalias. Si dejamos al margen las de tacón -que se pueden introduccir en el primer grupo-, las planas funcionan de forma similar a las bailarinas provocando dolores de talón, de empeine así como tendiditis o durezas. Eso sí, hay que añadir la ventilación al viajar el pie al aire. Hay que prestar especial atención a las tiras, sobre todo si suben por la pierna. Aunque se gana sujeción, las correas pueden hacer mucho daño si se aprietan demasiado.

- Chanclas. Sin abandonar el verano, las chanclas son sandalias planas pero con 0 sujeción. Al ser tan planas, con una suela extremadamente delgada y habitualmente de plástico, y tan abiertas, no suelen ser recomendables si se va a caminar durante mucho tiempo. Si hay un descuido y se termina recorriendo con ellas largas distancias el resultado será inflamación, dolor en el talón o tendiditis.