El pan, como la pasta, no engorda

La Voz REDACCIÓN

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Santi M. Amil

Un estudio tira por tierra el mito de que su consumo incluía calorías extras en la dieta

15 sep 2014 . Actualizado a las 15:15 h.

Los expertos lo repiten hasta la saciedad, pero el resto del universo está concienciado en hacer oídos sordos: ningún alimento debería estar prohibido en ninguna dieta. Aun así, tomamos medias verdades a pies juntillas en materia de alimentación cuando, en realidad, lo único que hay que hacer es moderar el consumo y no abusar de determinados productos. Por esta razón, uno de los géneros que ha tenido que cargar con el sambenito de que engorda ha sido el pan. Durante décadas, se ha aseverado que, igual que le sucede a la pasta, debe ser suprimido de los diferentes menús ya que ayuda a sumar calorías.

Sin embargo, un estudio del 2011 de la madrileña Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital de la Paz terminó de un plumazo con esta leyenda urbana tan enraizada en el imaginario colectivo. El pan no engorda y consumirlo en regímenes de adelgazamiento ya que no se justifica racionalmente su exclusión de los menús. ¿La razón? Permite la pérdida de peso corporal y de materia grasa del mismo modo que lo hacen aquellas que lo excluyen. Asimismo, los investigadores también apuntaron que comerlo ayudar a obtener una mayor sensaciones de saciedad y un menor riesgo de abandono de la dieta. Eso sí, alertan de que no pueden descartar al cien por cien que el pan blanco altamente refinado sí que pueda influir en un aumento de peso.

Pero no solo el pan se libra del mito. La falsa leyenda de que la miga engorda más que la corteza también ha sido una constante durante años. Sin embargo, el valor proteínico y el nivel de vitaminas, minerales y fibra son idénticos para ambas partes. Algunos expertos señalan que el origen de esta fábula podría deberse a una cuestión psicológica ya que la miga al ser más voluptuosa podría dar una imagen errónea de obesidad.

Por tanto, el pan no engorda, la miga no engorda, su incorporación en las dietas es beneficioso... y ya ningún sentimiento de culpa nos impide comer este alimento rico en proteínas, hierro, zinc, vitamina B y carbohidratos de absorción lenta, es decir, de aquellos que se almacenan en nuestro organismo en forma de energía y no de grasa. Así, sin excusas baratas y con los beneficios en nuestra manga, solo hace falta conocer cuánto pan podemos ingerir al día. Los nutricionistas coinciden en que depende de la cada persona, pero que comer todos los días dos o tres porciones, unos 70 gramos, es recomendable ya que tienen un efecto protector sobre la salud cardiovascular.

Si al hecho de que no suma quilos encima le sumamos los múltiples beneficios y que hay miles de variedades -pasando del tradicional sin sal, de cereales o el de para diabéticos o glucémicos, que podemos encontrar en El Corte Inglés- parece que ya no hay excusas para decirle que no. Y es que, además, el pan lo podemos comer de acompañamiento, en un bocadillo o sándwich o siendo un poco más innovadores. Quitando los platos en los que los introducimos para dar el punto crujiente, solo hay que echarle un poco de imaginación para obtener platos fáciles y redondos.

Pan de arroz salvaje

Tiempo: más de 1 hora

Alto en calcio, para vegetarianos y bajo en colesterol. Valor energético: 570 kcal/persona

Ingredientes para cuatro personas:

100 gramos de arroz salvaje cocido, 60 gramos de mantequilla, cuatro cucharadas de miel, dos huevos, 60 gramos de nueces picadas, 150 gramos de harina de trigo, una cucharada pequeña de levadura en polvo, una pizca de sal, una pizca de clavo molido y 175 mililitros de leche.

Elaboración:

Lavamos el arroz en agua fría y lo dejamos cociendo a fuego lento y tapado en agua hirviendo con sal durante 25 minutos aproximadamente. Escurrimos el agua y reservamos el arroz. En una cazuela mezclamos la mantequilla fundida, la miel y los huevos. Incorporamos la harina, la levadura, el arroz, las nueces picadas y la leche. Sazonamos y aromatizamos con el clavo molido.

Mezclamos bien todos los ingredientes hasta conseguir una masa homogénea. Vertemos la mezcla en un molde de pudín untado con mantequilla. Introducimos en el horno precalentado a 160 grados durante 60 minutos aproximadamente.