De juguetes a héroes cinematográficos

EFE

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El pirotécnico Michael Bay regresó este agosto a las salas de cine con la cuarta entrega de «Transformers»

21 ago 2014 . Actualizado a las 14:30 h.

Nacieron en 1980 en Japón como unos chatarreros juguetes y ahora es una más que rentable saga cinematográfica, que amenaza con durar eternamente. Transformers 4 llegó hace dos semanas a España, tras un fulminante éxito en todo el mundo -más de 1.000 millones de dólares de recaudación- y ya se especula con una quinta entrega.

El realizador Michael Bay ha estado detrás de las cámaras en las cuatro películas y podría hacerlo una quinta vez si le permiten que el proyecto sea de menor envergadura que Transformers 4. La era de la extinción. Hasta entonces, los fans se tendrán que conformar con esta cuarta cinta en la que hay nuevos protagonistas humanos -Mark Whalberg, Nicola Peltz, Jack Reynor o Bingbing Li- pero los mismos Autobots, la línea buena de los coches y camiones que se transforman en gigantescos robots.

Optimus Prime, Bumblebee, Ratchet o Hound se enfrentan en Transformers 4 a los robots malvados, los Decepticons, liderados por Galvatron, y cuyo objetivo es dominar el mundo, ayudados como es habitual por una serie de humanos ambiciosos, entre los que destaca Kelsey Grammer, que parece haber cogido el gusto a la acción -aparece también en Los mercenarios 3 y es Bestia en los X-men. Y más allá de los nuevos nombres, la cuarta entrega de Transformers no se complica la vida.

Mucha acción, una historia muy básica, espectaculares enfrentamientos, una chica guapa, un musculitos y muchos cochazos -desde el Bugatti Veyron Grandsport Vitesse, con un precio para el modelo básico de casi un millón de euros, al Lamborghini Aventador LP700-4 mucho más económico, pasando por el Pagani Huayra, que cuesta 1,2 millones de euros-, todos los elementos necesarios para que uno de los mayores expertos del cine de acción, Michael Bay, pusiera en pie un espectáculo que supone una reactualización de la saga, pero sin perder el punto inocente de una historia que comenzó en la imaginación de los niños.

Ese aspecto de juguetes transformables es la clave del éxito de una saga en la que se asegura la continuidad al introducir a personajes más jóvenes, como los de Nicola Peltz y Jack Reynor. En Transformers 4, Peltz es Tessa, la hija de Cade Yeager (Whalberg), un loco inventor que apenas gana dinero para sobrevivir en una granja perdida en el sur de Estados Unidos, donde se encuentra por azar a Optimus Prime en una situación crítica. Reynor interpreta a Shane, el novio de Tessa y piloto de rallies, una buena excusa para protagonizar algunas trepidantes escenas de carreras de coches, escaparate de los lujosos automóviles que salen en la cinta, todo un reto para un actor casi desconocido, que llegó a Hollywood con 40 dólares en el bolsillo y con ganas de comerse el mundo. Y Transformers es sin duda el trampolín adecuado para lograrlo. Una oportunidad de oro también para Peltz, que reconoce habérselo pasado muy bien en el rodaje, pero sobre todo en la promoción del filme. «Somos muy afortunados de estar en la historia», señalaba la actriz en una entrevista durante la presentación del largometraje en Berlín.

Buen humor entre los protagonistas de la película, como resaltaba Whalberg, que se unió al proyecto para poder volver a trabajar con Michael Bay, que ya le había dirigido en Dolor y dinero. «Sigue diciendo que fui yo quien le pedí estar en la película pero no fue así», bromeaba el actor, que aseguró que tenía muchas ganas de trabajar de nuevo con él. «Aprendí mucho como director, fue una labor de mucha colaboración, algo que se repitió en este rodaje», reconoció. Además, agregaba Whalberg, «era una película en la que mis hijos querían que estuviera».

La acción de Transformers sigue siendo vertiginosa por el oficio de Michael Bay, cada vez más centrado en el espectáculo que en las historias que cuentan sus películas, lo que hace que el entretenimiento esté asegurado, pero la falta de una historia con peso ha sido el punto flaco de las tres primeras entregas, que se pueden adquirir en El Corte Inglés, y lo sigue siendo de la cuarta.