Los Óscar, con porros y pantalón corto

Mercedes Gallego NUEVA YORK / COLPISA

TELEVISIÓN

MIKE BLAKE | Reuters

Jimmy Kimmel quiere llevar sus bromas televisivas a la ceremonia y amenaza con romper la etiqueta y ofrecer marihuana

11 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los Óscar han fiado su suerte a Jimmy Kimmel, el cómico televisivo que será el presentador de la próxima edición de los galardones. A sus 49 años es famoso por tomar el pelo a la audiencia de la pequeña pantalla con la complicidad de sus entrevistados. Ahora, en una California en la que la marihuana estará estrenando su legalidad para uso recreativo, se plantea incluso pasearse por la alfombra roja ofreciendo unas caladas a los asistentes. «Mi meta es que, de un modo u otro, me arresten durante la ceremonia, a lo mejor tengo que ir en pantalones cortos», bromeó.

La etiqueta de los Oscar es estricta hasta para periodistas y trabajadores, porque la Academia no quiere arriesgarse a que alguien aparezca en el cuadro sin ir vestido de gala. Nada puede estropear el glamur, pero cuando se contrata alguien tan irreverente como Kimmel todo es posible.

Ha presentado dos veces la ceremonia de los Emmy y no dejó títere con cabeza. Sus primeras víctimas suelen estar en la audiencia. En la edición de este año no hubo porros, pero sí una merienda que repartió personalmente, con un aviso: «Que levante la mano el que tenga alergia al gluten o alguna restricción dietética». Pero los que lo hicieron no recibieron nada distinto.

A Kimmel le gustan las entradas espectaculares y suele tirar de su amigo y alter ego Matt Damon para quedarse con la audiencia. Durante once años terminaba sus programas con «una disculpa a Matt Damon, porque se nos ha acabado el tiempo, pero lo volveremos a traer pronto al programa». El día que lo hizo, lo presentó con la introducción más larga que se pueda dar a una estrella y, una vez que se sentaron, lo despidió rápidamente con el habitual: «Mis disculpas, se nos ha acabado el tiempo, ¿podrías volver mañana?». El actor respondió de forma contundente: «Que te den, tío, estoy harto de que te rías de mí». La gente empezó a creer que su enfado era genuino. Damon soltó el mayor número de jaculatorias prohibidas en televisión que se recuerda. Hasta que el propio Kimmel aclaró semanas después en un entrevista que todo estaba pactado, nadie lo tuvo claro.

Tener a Kimmel en los Óscar es tener a bordo al actor que incluso se prestó a un vídeo con su entonces novia, la humorista Sarah Silverman, que le anunció en público que tenía un lío con Matt Damon. El vídeo registró 14 millones de visitas en YouTube. Una fracción de ese éxito irreverente convertiría al cómico en un buen fichaje para la imposible labor de llenar los zapatos de Billy Crystal y Bob Hope, los legendarios presentadores que más veces han sido los anfitriones de la ceremonia de los Óscar.