Seis en punto y suena el despertador. Bill Murray sale de la cama. Se viste para ir al trabajo. Y su trabajo hoy consiste en retransmitir el Día de la Marmota. Ya nunca sale de ese día. Atrapado en el tiempo, todos los días el despertador suena a las seis en punto. Y todos los días es el Día de la Marmota.
Seis en punto y sonaba el despertador. Aquel cinco de diciembre, comenzaba la campaña electoral. Los políticos se vestían para ir al trabajo. Y su trabajo consistía en convencer al electorado. Ya nunca salen de ese día. Atrapados en su incapacidad para entenderse, todos los días el despertador sonaba. Y todos los días era campaña electoral.
El 20 de diciembre, el despertador no sonó. Aquel domingo era día de elecciones. Los españoles se vistieron para ir a votar. Y todos nos convertimos en Bill Murray. Je suis Bill Murray, lamentamos cada mañana cuando suena el despertador. Nos vestimos para ir a trabajar y la radio vuelve a escupir las mismas frases hechas del día anterior: ronda de consultas, pacto a la valenciana, programa, programa, programa, lista más votada, responsabilidad democrática. Desde hace seis meses, todos los días es el Día de la Marmota. Políticos incapaces nos han abocado a repetir el mismo proceso -la campaña, la votación, los resultados- esperando un resultado diferente. Un resultado que no los obligue a hacer su trabajo: ponerse de acuerdo. Hacer política.