Los aficionados a la lingüística reconocerán el juego de palabras que le debe el mundo al sabio Ferdinand de Saussure. Los dos ejes, el horizontal y el vertical, que estructuran el discurso, indispensables ambos para que discurra la adecuada comunicación. Son relaciones independientes, pero que se exigen una a la otra, de arriba a abajo y de izquierda a derecha, en un cruce que requiere sí o sí entendimiento. El paradigma es el modelo y el sintagma la coordinación. Se pueden analizar por independiente, descomponerse, pero aunque uno cae en cascada y al otro lo mueve una corriente de vínculos, los dos devienen en el mismo curso (y no solo en el de Saussure). Esa misma alegoría, como idéntica representación simbólica, se revivió el fin de semana en ese eje de entendimiento en la plaza que da significado al pueblo griego, como modelo de convivencia. Tanta que los espectadores de la televisión también asistimos a un nuevo modo «exitoso» de relación, porque mientras Ferreras estaba en Sintagma, Pastor ejerció de paradigma, unidos en un juego expresivo sin parangón. Eligieron descomponer el matrimonio en el apelativo profesional del apellido para llamarse solo como corresponde ante la audiencia. Con formalidad. Y cumplieron con el objetivo, Pastor y Ferreras, Ferreras y Pastor sumaron mejor unidos. Todo un despliegue de comunicación.