Las polémicas de un «MasterChef» más reality que nunca
 

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Carlos, Sally, Andrea y Antonio, los finalistas de «MasterChef».
Carlos, Sally, Andrea y Antonio, los finalistas de «MasterChef». Zipi | EFE

La rivalidad entre los aspirantes, sus dramas personales y las críticas más feroces de los jueces han marcado la tercera temporada del programa de talentos culinarios

01 jul 2015 . Actualizado a las 19:25 h.

La tercera temporada de MasterChef, que ayer ganó Carlospasará a la historia del programa por un solo momento: el «león comegamba». Y es que el inicio del concurso de talentos culinarios, una de las grandes bazas de TVE en audiencia, comenzó dando mucho que hablar. Pero no ha sido la única polémica, la rivalidad entre los concursantes, las feroces críticas de los jueces y los dramas personales de los aspirantes han marcado la tercera temporada de MasterChef.

El plato de Alberto le costó la expulsión del progama, que muchos calificaron como la más cruel y fulminante de las tres ediciones de MasterChef. «Bobaina», «marranada y una mofa al oficio» fueron algunos de los calificativos que usaron Pepe Rodríguez, Samantha Vallejo-Najéra y Jordi Cruz para calificar un plato que creó escuela. Su autor, Alberto, intentó demostrar su garra con un «león comegamba» que fue su pasaporte para abandonar el primero MasterChef. El plato de «león come gamba» de Alberto consistía en una patata mal cocida a modo de cabeza de león con unos granos de pimienta rosa a modo de ojos y unas hebras de azafrán simulando los bigotes del felino. Para la cabellera, el concursante de Masterchef 3 recurrió a unas tiras de pimiento rojo. Un plato que para el jurado supuso una mofa hacia el programa por no estar al nivel exigido. Tras su expulsión, Alberto se mostró avergonzado e insitió en que su plato de «león come gamba» no era una mofa hacia Masterchef, sino una métafora sobre su personalidad con la que trataba de plasmar que, a pesar de tener la apariencia de mosquita muerta era capaz de mostrarse como todo un león en la cocina. Ante sus lágrimas de arrepentimiento, Samanta y Jordi Cruz acudieron a consolarle con palabras más amables que las profesadas en la valoración de su plato y le animaron a seguir cocinando y a buscar otro enfoque a su creatividad.

El «león comegamba» desató todo tipo de mofas y memes en las redes sociales e incluso hubo quién se atrevió a hacer su propia versión del plato.

Sin embargo, al final el programa con la expulsión Alberto la polémica no hizo más que empezar, ya que fueron muchos los que tachaban de excesivamente duras y humillantes las valoraciones del jurado de MasterChef. Pepe Rodríguez aseguró que volvería a repetir sus palabras porque «se lo volvería a repetir, con todo el cariño del mundo hacia Alberto, que es una bella persona, pero presentó una frikada». Por su parte Jordi Cruz pidió disculpas «de corazón» a todos los espectadores que se pudieron «ofender» con la actitud de los jueces durante la expulsión de Alberto y reiteró que «no hubo ánimo de faltar a nadie».

La crueldad de los jueces volvió a quedar patente cuando Jordi Cruz rompió el plato de Pablo, el concursante más llorón de esta edición. Jordi Cruz dio la vuelta al plato, que se rompió sobre la mesa, sin ni siquiera probarlo. «Estoy harto de escuchar excusas», dijo Jordi que fue extremadamente duro con el concursante. «No puedes presentar esto. Déjate de excusas y dime, 'no está bien hecho, me he equivocado'». 

Las críticas de la gallega Lidia

Lidia, la aspirante gallega que se quedó a las puertas de la final de MasterChef ha sido una de las concursantes más críticas con los jueces. «Algunas formas rozaban la humillación», recoge Vertele.com. «Pero no solo fue conmigo, lo veía con otros compañeros y no me gustaba. No quería dejarme humillar, no me gustaba que se valorasen otras cosas que no son la cocina», afirma y delata que desde el principio se dio cuenta que «no solo exigían a nivel cocina, también a nivel tele». Durante su paso por el programa la gallega no se mordió la lengua en sus respuestas a los jueces y fue acusada por ellos en varias ocasiones de ser poco expresiva, no colaborar en las pruebas en grupo y falta de actitud. Tras su expulsión, un tanto rara, Lidia dijo que veía «claroscuros» en su salida del programa y que no le habían explicado los motivos claramente. A pesar de que alguno de sus compañeros la acusó de aislarse, la gallega, que logró uno de los mejores platos de toda la edición, forjó amistades como la de Sally.

Los dramas personales de los aspirantes

Fidel, Sally, Kevin o Sara fueron algunos de los concursantes que contaron en el programa sus difíciles vidas. Fidel creció en un internado, no conoció a su padre y sirvió en el ejército en Bosnia, Kevin perdió a su madre y su padre tuvo que sacar adelante a él y a sus hermanos, cuando abandonó la carrera de Arquitectura su padre sintió una gran decepción y entró en MasterChef para demostrarle que podía estar orgulloso de él. Sara estudió magisterio en la especialidad de educación especial pero decidió dar un rumbo a su vida para dedicarse a la cocina, sin posibles económicos para estudiar lo dejó todo y se marchó junto a su pareja por Sudamérica, intercambiando horas de trabajo por alojamiento y comida. Y Sally, una de las que más se ha servido de su dura infancia, fue adoptada por sus tíos tras ser abandonada por su madre y llegó a España desde Paraguay en busca de una vida mejor.

Esta edición ha sido una de las de MasterChef en la que más se ha ahondado en los dramas personales de los concursantes, aunque en algunos casos casi parecía que intentaban usarlo para dar pena, alejando la atención de lo verdaderamente importante: la cocina.

La rivalidad entre Sally y Carlos

Desde los primeros programas, donde Sally y Carlos comenzaron a recibir buenas valoraciones por parte de los jueces se creó una gran rivalidad entre ellos, aunque sobretodo alimentada por Sally, que no escondía sus ganas de que al ganador de MasterChef le fueran las cosas mal.

En cualquier caso Sally tuvo que conformarse ayer con el segundo puesto y quedarse en la miel en los labios del premio final en una programa en el que Carlos, bonachón, humilde y risueño siempre, demostró su evolución y su creatividad, mientras Sally, que quiso apostar sobre seguro tuvo que ver como su eterno rival, al que en muchas ocasiones le había deseado la expulsión, finalmente le ganaba.

Y incluso en la final, Sally demostró que la fama que la precedía no era exagerada. Hundida por no haber ganado, cuando en muchos momentos se había visto como la próxima MasterChef España, realizó unos comentarios poco elegantes al saber que se había quedado en el segundo lugar. «A ver dónde está Carlos dentro de dos años, y dónde estoy yo», afirmó olvidando que unos minutos antes Carlos le había prestado ingredientes en la prueba de fuego, demostrando la deportividad del de Talavera.