«Adán y Eva»: La tele que desafía al pudor

Bea Pallas

TELEVISIÓN

El programa que introdujo los desnudos en el horario de máxima audiencia, busca ya participantes para su segunda edición

21 dic 2014 . Actualizado a las 10:08 h.

L a última frontera del pudor ha caído en televisión. El programa Adán y Eva, que reúne cada semana en Cuatro a desconocidos que buscan pareja completamente desnudos, pretende recrear, en el horario de máxima audiencia, los prolegómenos de una relación amorosa con toda la normalidad que permite el hecho de estar rodeado de cámaras. La gran novedad de este reality es que en él no solo se muestran cuerpos femeninos, algo habitual en televisión. El programa enseña también, sin pixelar, el desnudo frontal masculino, algo que hasta ahora permanecía oculto.

«Pero ¿se ve algo?». Esa es la pregunta más frecuente que formula quien no ha visto el programa. Los tabúes con respecto al cuerpo pueden parecer menos sólidos que en otros tiempos como consecuencia de esta apertura, pero siguen explicando la expectación generada. El espectador, lejos de escandalizarse, ha recibido el espacio con un éxito que viene dado por el morbo. Pasada la sorpresa inicial, lo más comentado por el público son las anécdotas acerca de los protagonistas, sus historias y sus frases. «Esperábamos una buena acogida, porque sabíamos que estábamos haciendo un producto televisivo muy potente. Lo que realmente me ha sorprendido es lo poco que se ha escandalizado la gente. Algo que realmente resulta muy satisfactorio y dice mucho de lo evolucionada y tolerante que es nuestra sociedad», asegura Baldomero Limón, director de esta producción de Eyeworks que adapta el formato holandés de Adam Looking for Eve.

Para él, este espacio en el que ya han participado dos gallegos -los coruñeses Iván Piñeiro y Montse- supone «una frontera más que ha caído; es un programa donde el desnudo es un punto más, pero ni siquiera es el más importante». La desnudez es un requisito, «aunque no es lo esencial; lo esencial son los personajes y las historias que viven», sostiene.

Desde el primer episodio, el programa se hizo popular no solo por las bromas previsibles acerca de los atributos físicos, sino por un rosario de frases de antología del disparate. Entre ellas, las siguientes: «¿La Alambrada? ¿Eso es de alambre? ¿Dónde está, en Córdoba?»; «¿El Manzanares? ¿Eso qué es? Me suena a fruta»; «El título Adán y Eva viene del primer fascículo de la Biblia»; «Yo de arte sé poco, pero sí leo libros. Por ejemplo, de Dan Brown donde cuenta cosas de Da Vinci y eso»; «Busco un tío con buena economía porque siempre he vivido muy bien. Es importante que tenga un buen coche, a poder ser Mercedes o BMW, porque nunca he conducido una gama inferior»; y, por supuesto, el ya mítico: «A ese no lo toco ni con Wifi»

Ese acopio de torpezas en sesenta minutos desató el debate. ¿El programa es realidad o ficción? «Evidentemente, realidad. Jugamos con el montaje y la edición para hacer un programa entretenido y con humor, pero todo lo que sucede es real y auténtico. No hay ningún tipo de guion. Existe una planificación de las pruebas o de los lugares donde grabar, por necesidades de producción, pero nadie le dice a nadie qué decir o qué hacer», asegura el director, que explica que la hora de duración del programa es una selección de cuatro o cinco días completos de grabación. A ello se suma el trabajo previo de selección de participantes, donde el equipo se decanta por personajes que garanticen una buena historia. «Hay bastante gente dispuesta a vivir esta aventura, mucha más de la que se imagina -dice Baldomero Limón-. Son gente que tiene muy claro lo que quieren en la vida y, por supuesto, sin complejos». Un alto porcentaje de los participantes, según asegura, salen del programa habiendo encontrado el amor, aunque su duración posterior, una vez con la ropa puesta, es variable.

El director trabaja ya en la selección de participantes para la segunda edición del programa, de público mayoritariamente juvenil. «El criterio es televisivo. Buscamos personajes atractivos para la audiencia y sobre todo variados, como en cualquier programa de televisión -explica-. No es un requisito tener un cuerpo diez; el requisito es una personalidad diez».