Carritos de bici

Cristóbal Ramírez

CARBALLO

30 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Alguien debería de escribir una tesis doctoral sobre la policía local gallega. O quizás ya exista, pero como aquí las tesis universitarias en vez de generar conocimiento y crear con ellas riqueza suelen servir para que sus firmantes escalen profesionalmente y nada más, vaya usted a saber. En las ciudades gallegas existe esa policía desde hace muchos decenios. En Ferrol, por ejemplo, en los años 60 del siglo pasado se conocía a sus miembros como «enriques» o «cherepas». Pero en los municipios pequeños hubo que esperar a la recuperación de la democracia para que los agentes se dejasen ver.

Oroso entra en ese grupo. Ahora mismo tiene una policía local escasa -¡solo tres agentes, con sus vacaciones y sus gripes!- pero bien profesionalizada. Gente seria que se gana el respeto sin hacer teatro. Coherente. Sabedora de que mejor es convencer por las buenas que recurrir a la denuncia. El propio alcalde hizo una defensa pública de esos funcionarios el año pasado. Y en verdad que hay días en que parecen omnipresentes.

Así que escritas esas líneas que dejan patente el respeto del firmante, nadie pensará que el asombro de ese mismo firmante esconda segundas intenciones cuando diga que uno de esos tres agentes le informó de que no era legal circular en bicicleta arrastrando uno de esos carritos de dos ruedas tan populares en Alemania, Dinamarca, Suecia, Francia y Holanda, por citar algunos países que están llenos de ellos. Allí los padres llevan en muchos casos a sus pequeños al colegio en esos vehículos no contaminantes y que estimulan la complicidad entre progenitor y descendiente.

Por supuesto que si el agente lo dice así será. De manera que allá va el carrito al garaje, pensando el ciclista que algún día, quizás, cambiará este país de locos.