«La listeria me hizo elegir entre la vida de mi hijo o la mía. Nos salvamos los dos»

Uxía Rodríguez Diez
uxía rodríguez REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

XOAN CARLOS GIL

Esta gallega se infectó con listeria hace siete años. Xián nació con un kilo de peso y meningitis

25 ago 2019 . Actualizado a las 09:40 h.

Se llama Xián porque es un guerrero. Ahora tiene 7 años y los médicos siguen sorprendiéndose con su caso. La listeriosis de la que tanto hablamos estos días ya revolucionó el Hospital Xeral en el año 2012.

«Fui el único caso en 25 años. Cuando iba por los pasillos me decían ‘tú eres la de la listeria’», cuenta Raquel Abalde. Entonces, ella estaba embarazada de 27 semanas y todo iba bien. En la recta final, el ginecólogo le dio una dieta en la que figuraba el queso freso. Cree que ese alimento fue el que le transmitió la bacteria y desencadenó todo lo que pasó después. «Siempre me repito lo mismo: ‘Por un bocado de algo, todo lo que puede pasar. Te sientes culpable, si hubiese cerrado la boca...’», cuenta.

Un día Raquel, se empezó a encontrar mal con síntomas como de gripe, malestar, fiebre y contracciones. «Me fui al Hospital Xeral y allí me dejaron ingresada. Al tercer día estaba mucho mejor, me iban a dar el alta, pero esa noche me subió la fiebre hasta los 42 grados. Por la mañana me hicieron una amniocentesis», explica.

Todo estaba infectado de listeria. Ella, el líquido amniótico, la placenta y el bebé. «Los médicos fueron claros conmigo. Era la peor infección que podía tener, el bebé era muy pequeño y yo tenía que decidir entre mi vida y la de mi hijo. El niño no iba a soportar un parto natural y la cesárea era muy peligrosa porque yo tenía una septicemia grave. Tenía que arriesgarme y elegí la cesárea, porque pensé que a mí podrían salvarme», recuerda.

Raquel con su hijo Xián practicando el método canguro en el hospital
Raquel con su hijo Xián practicando el método canguro en el hospital

El niño nació con apenas un kilo de peso, tenía una hemorragia cerebral de grado III, hidrocefalia provocada por una meningitis, estaba totalmente infectado y, además, con los pulmones sin madurar. «Nos llegaron a preguntar, literalmente, hasta qué punto queríamos que se ensañasen con él. A partir de ahí, los días que no teníamos noticias eran días buenos», asegura Raquel.

Ella estuvo un mes ingresada y Xián tres. Durante ese tiempo el pequeño pasó seis veces por el quirófano. «Debido a la hidrocefalia tuvieron que colocarle un catéter en la cabeza. Ni siquiera había piezas tan pequeñas. A los cinco meses lo volvieron a operar para ponerle un válvula de derivación que todavía tiene a día de hoy, es permanente. Desde ese momento, no ha tenido más problemas. Estuvimos un año con sesiones periódicas de fisioterapia, pero nada más», explica esta madre, que recalca el gran apoyo del padre de Xián y de su hermano mayor, que entonces tenía 16 años.

«Cada vez que vamos a una revisión, los médicos siguen sorprendidos con su caso y se lo muestran a los estudiantes. Ni el neurólogo ni la cardióloga dan crédito. Era lo impensable. A mí ya no me puede tocar la lotería, ni puedo pedir más milagros porque si hay un milagro es mi hijo. A día de hoy, en el Hospital Álvaro Cunqueiro, cuando tienen algún caso delicado, nos llaman para ver si podemos hablar con los padres e, incluso, que vean a Xián», porque, según cuenta Raquel: «Que yo tuviera esta suerte no quiere decir que todos la vayan a tener, pero puede dar un halo de esperanza. Si este niño ha podido con eso, hay posibilidades. A veces, solamente con que te puedas fijar en un caso, es como ver la luz. Puede ser, no es imposible. Cuando estás en una situación así de dura, te tienes que agarrar a cosas como esta. Yo sé que no todos los casos van a terminar bien, pero quiero decir que tampoco todos terminan mal».

Xián no ha faltado ni un día al colegio por un catarro. «Él ya lo pasó todo junto, es lo que me digo», dice Raquel entre risas.