¿Son peligrosos los tiques de compra? No, pero no deberían contener bisfenol-A

Uxía Rodríguez Diez
UXÍA RODRÍGUEZ REDACCIÓN

SOCIEDAD

IAGO GARCÍA

Una estudio de la Universidad de Granada lanza la alerta sobre un componente cancerígeno; un catedrático en Ingeniería Química de la USC llama a la calma pero mantiene que habría que erradicar cuanto antes ese compuesto presente todavía en demasiados objetos de la vida cotidiana

19 ene 2019 . Actualizado a las 09:25 h.

«No hay que alarmarse, los tiques no son peligrosos pero, la verdad, es que no deberían contener ni el más mínimo porcentaje de bisfenol-A», Gumersindo Feijoo, Catedrático en Ingeniería Química de la USC, llama a la calma pero sin dejar de poner la cruz sobre un compuesto que todavía cuenta con una gran presencia en muchos productos de consumo diario de los ciudadanos.

La lupa sobre los tiques que todos acumulamos en carteras, bolsillos, estanterías o en el coche, la ha puesto un estudio internacional liderado por la Universidad de Granada en el que participan investigadores franceses y brasileños. Los expertos señalan que el 90 % de los tiques de compra o recibos que se elaboran con el papel térmico contienen bisfenol-A (BPA), un conocido disruptor endocrino que lleva años en el punto de mira. «La palabra para definirlo es sospechoso. Hay muchas evidencias de que el bisfenol-A altera el equilibrio hormonal de las personas expuestas y de que es precursor de algunos tipos de cáncer», explica Gumersindo Feijoo.

Este tipo de papel se reconoce porque si lo acercamos a una fuente de calor, como una cerilla, se ennegrece y porque está en los tiques en los que la tinta se borra con el paso del tiempo. «Muchas veces lo único que encuentras es un fino polvo blanco que se desprende al sacarlos de la cartera o del monedero. El BPA es, precisamente, ese polvo blanco que te mancha los dedos», explica el catedrático de Medicina de la UGR Nicolás Olea, uno de los autores principales del trabajo.

«Cuando hablamos de la toxicidad de un compuesto hay dos elementos que hay que tener en cuenta: la concentración y el tiempo de exposición», aclara Gumersindo Feijoo. «Para que tuviésemos que empezar a preocuparnos y para que ese recibo que nos dan en un supermercado supusiese un peligro, tendría que multiplicarse por un millón la cantidad de BPA presente en cada tique», asegura el catedrático de la USC. Tampoco las personas que trabajan a diario con ellos tienen que alarmarse porque necesitarían estar más de 50 años tocando ese tipo de recibos todos los días y a todas horas para que tuviera un efecto real.

De todos modos, sí que hay que tomar cierto tipo de precauciones aunque lo único que contenga un producto es trazas de bisfenol-A: «Nunca debería estar en contacto con algo con lo que pueda hacer transferencia. Es decir, nunca hay que poner los tiques cerca de los alimentos. Tiene que haber siempre una barrera física entre un producto que contiene BPA y cualquier tipo de comida o bebida», advierte el químico que, si hay algo que tiene claro, es que «hay que erradicar el bisfenol-A de la cadena productiva».

Legislacion entorno al bisfenol-A

El primer país que prohibió el uso del bisfenol-A en envases alimentarios en general fue Canadá. País al que después siguieron Estados Unidos y Dinamarca. No fue hasta 2011 cuando la Unión Europea tomó cartas en el asunto aprobando una directiva que prohíbe la fabricación de biberones de plástico con BPA. En 2018 el Parlamento Europeo impuso una prohibición de la presencia de bisfenol A en botellas de plástico y envases que contengan alimentos para bebés y niños menores de tres años de edad.

 Francia fue más allá y tiene vetado ese compuesto en todos los productos en contacto con alimentos, incluyendo, los tiques de supermercados y tiendas. En 2020 entrará en vigor la prohibición de usar el BPA en el papel térmico en toda Europa. 

El bisfenol A se incluyó en enero de 2017 en la lista de sustancias candidatas extremadamente preocupantes (SEP) debido a sus propiedades de toxicidad para la reproducción. En junio de 2017, el Comité de los Estados miembros de la ECHA apoyó la propuesta francesa de identificar, además, el bisfenol A como sustancia extremadamente preocupante debido a sus propiedades de alteración endocrina, causantes de probables efectos graves en la salud humana que dan lugar a un nivel de preocupación equivalente a las sustancias carcinógenas, mutágenas o tóxicas para la reproducción.