Un improvisado banco en Muros para competir con Loiba por las mejores vistas

J. Sande MUROS / LA VOZ

SOCIEDAD

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Ni el Ayuntamiento, ni las comunidades de montes, ni el distrito forestal quinto, al que pertenece el territorio, saben de quién lo ha colocado allí

29 may 2017 . Actualizado a las 17:39 h.

El municipio de Muros ya está en situación de competir con las localidades que presumen de tener el banco con las mejores vistas del mundo, como el de Loiba, en Ortigueira. Puede competir después de que en la cumbre de los montes Pedregal y Volantón, en la cima conocida como A Pedra do Cadro, se haya instalado un asiento de madera anclado con cemento a la superficie rocosa, no fuera a ser que se precipitase colina abajo. Desde este lugar privilegiado, las vistas sobre la ría de Muros-Noia son espectaculares. Competir con este mirador no resulta tarea sencilla.

La colocación del banco es reciente, posiblemente menos de quince días, y es un misterio saber de quién fue la idea. Desde luego, su aparición despertó la curiosidad de numerosos vecinos. Ni el Ayuntamiento, ni las comunidades de montes, ni el distrito forestal quinto, al que pertenece el territorio, saben nada al respecto.

Los senderistas y vecinos que se han aproximado al lugar valoran de forma distinta su colocación, aunque nadie niega la ocurrencia, valor y esfuerzo que tuvieron que realizar los autores de esta singular proeza para llevar a término su objetivo.

A Pedra do Cadro es una superficie granítica muy erosionada que presenta una ondulada cima con grietas, figuras y socavones, que algunos vecinos muy devotos atribuyen a pisadas de San Esteban, patrón de la localidad muradana de Abelleira.

A las leyendas, cuentos y tradiciones que tienen como origen este lugar se une un atractivo medioambiental y paisajístico excelente, que lo convierten en un destino idóneo para los amantes del senderismo y la naturaleza. Quizás fueron estos últimos valores los que animaron a los autores de esta extravagante idea a desplazar hasta la cima del monte un banco e instalarlo en su cumbre, situada a unos 400 metros de altitud sobre el nivel del mar. Desde luego, la tarea no tuvo que resultarles nada sencilla: la pista forestal más próxima está a unos 500 metros de este enclave, por lo que desde este punto tuvieron que cargar a cuestas no solo con el asiento, sino también con el material con el que hicieron el cemento que lo sujeta.