«Evítamos saír ao non haber eurotaxi»

M. cedrón / m. fernández REDACCIÓN, A FONSAGRADA / LA VOZ

SOCIEDAD

Manuel

Galicia está por debajo del ratio de vehículos públicos adaptados para personas con problemas de movilidad que dicta Bruselas, sobre todo en el rural

11 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Alexandra Sánchez vive en Vedra. Ir a Santiago para hacer cualquier recado le supone mucho más que los pocos minutos de coche que normalmente implica realizar ese trayecto. Cada desplazamiento es para esta joven con parálisis cerebral una pequeña obra de planificación estratégica. Suele usar el servicio 065 de la Xunta y, cuando no, la acerca su asistente. El problema: «El 065 lo hay que pedir una semana antes», dice. Cuando estos dos recursos fallan, usa un eurotaxi (vehículo adaptado). En Vedra solo hay uno. Usarlo son más de quince euros por carrera. Pero ella, al menos, tiene una opción de la que carecen muchas personas que precisan en Galicia un transporte adaptado. Según los últimos datos del Instituto Galego de Estatística (IGE), unas 94.251 personas repartidas por las cuatro provincias.

XOAN A. SOLER

Cándida, aunque quisiera, no puede llamar a ningún eurotaxi que la venga a buscar a casa cuando tiene que ir al centro de salud para que le coloquen bien la vía que tiene en el brazo o ir a Lugo para un reconocimiento. Vive en A Fonsagrada y está conectada las 24 horas del día a una bomba de oxígeno. Cada vez que tiene que desplazarse llama a Ermitas, pero su vehículo no está adaptado. En el municipio más extenso de Galicia no hay ninguno. Por eso, y porque como explica su hijo Antonio, «ten que ir en silla de rodas a todas partes, dámoslle nós o tratamento para evitar ir ao médico. Enseñounos a poñelo un doutor do hospital de Lugo». Y ante ese escenario reconoce que «deixamos de saír da casa con ela porque non hai eurotaxi». 

Un avance que no llega

Estos dos ejemplos muestran las diferencias que hay en Galicia cuando se habla de movilidad. Aunque la comunidad ha hecho avances, porque, como apunta el presidente de Cogami y responsable también de la Confederación Española de Personas con Discapacidad, Anxo Queiruga, «esto non ten nada que ver con hai vinte anos, aínda queda moito camiño por recorrer». Añade que unha «vía que podería ser boa é ir cara o que fan en Londres, onde tódolos coches de servizo público son o mesmo modelo. Poderíase chegar a un acordo cunha casa que fabricara un modelo que xa valera para facer este servizo». Esto haría que Cándida ya no tuviera que esperar la llegada del eurotaxi porque podría entrar sentada perfectamente en su silla en cualquier vehículo de servicio público de cualquier lugar.

La legislación europea que entró en vigor el pasado 1 de enero establece que el 5 % de los vehículos dedicados al transporte público en cada concello deben ser capaces de prestar servicio a las personas con problemas de movilidad. Pero el porcentaje no se cumple todavía, incluso pese a las ayudas de 10.000 euros puestas en marcha por la Xunta para los vehículos adaptados, con el objetivo de cumplir la ley. A falta de que la Conselleria de Infraestructuras dé datos del número de coches adaptados que hay, basta con repasar lo que ocurre en algunos concellos para comprobarlo.

MARTINA MISER

En Vigo, por ejemplo, hay un total de 553 taxis, pero solo 14 están adaptados, según los datos que maneja el sector. El ratio no se cumple en la ciudad olívica, pero el colectivo a nivel local cree que los que hay son suficientes.

La intención, en general, de muchos miembros del sector es adaptarse a la normativa. Más allá de lo que puede costar adaptar un vehículo (entre 10.000 y 20.000 euros), el problema, explica el representante de la Federación Gallega del Taxi, Leopoldo Villa, es que los talleres que han de encargarse de hacer ese trabajo no dan abasto. «No solo tienen que adaptar nuestros vehículos, también los de muchos particulares». Los que no han dudado en ofrecer este servicio son Daniel Reigosa y su padre Francisco. El primero trabaja en Vilanova de Arousa y el segundo en el concello de A Illa. Daniel, al que reformar su coche hace poco más de un año costó unos 20.000 euros, apunta que la gente lo demanda «para ir a Vilagarcía, a Ribadumia...». La idea ahora es que cada vez sean más los que hagan lo mismo que ellos. Hasta que los vehículos adaptados sean legión en Galicia.