Los transexuales gallegos responden a Hazte Oír

A. martínez, Laura G. Del Valle VIGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Galicia se convirtió el pasado año en la primera comunidad en incorporar un protocolo educativo que garantiza la libertad en la identidad de género. Apoyados por profesores y alumnos, los transexuales son respetados en las aulas, pero aún queda mucho por hacer. Por eso, rechazan «el bus que no miente». Igual que las 200 personas que ayer se manifestaron en Madrid, dicen que pretende arrebatarles sus derechos.

05 mar 2017 . Actualizado a las 19:02 h.

«La diversidad de género no está para nada asimilada»

Marcos Míguez

La iniciativa de Hazte Oír ha causado indignación entre los transexuales. Álex Rodríguez, estudiante de fotografía en A Coruña, cree que siembra odio, al igual que opina la portavoz de Chrysalis -Asociación de familias de menores transexuales- en Galicia, Eva Vaz, que advirtió: «Si viene el bus nos plantamos delante». Y es que, incide Alex, «es una campaña de odio, en contraposición a otra que buscaba la visibilización que se hizo por parte de familias de transexuales. Cogieron nuestro lema y le dieron la vuelta». Sobre el hecho de que pueda llegar a Galicia, solo espera que «no lo dejen entrar directamente y que lo inmovilicen en algún sitio donde no esté expuesto al público». Cuando vio el bus le pareció una broma; cuenta que se quedó «flipando». Pero tras saber de parte de qué asociación venía, no le sorprendió «porque no es la primera vez que hacen algo de este tipo». Más allá de la polémica suscitada en torno al vehículo, este joven sostiene que el tema de la diversidad de género no es aún un asunto que se haya salvado en la comunidad. «No está para nada superado. Hay una invisibilización enorme», concluye. 

«É curioso que os ultracatólicos agora se escuden na ciencia» 

JOSE PARDO

«Eu só tiven pequenos problemas, como dar algunha explicación cando fixen a transición hai dous anos. Por desgraza non todos están na miña situación e sofren máis. Pero non teñen que ter vergoña, porque un non se pode avergoñar de quen é». Por eso, Isaac Pico está indignado con la última campaña de Hazte Oír. «Non sei o que pretenden, porque se é fomentar o odio penso que conseguiron todo o contrario, xa que aínda que teñen apoio, moita xente sensibilizouse con nós a raíz do autobús». Una reacción con la que este ferrolano, de 18 años, se muestra encantado «porque este é un tema que non está totalmente superado. Alguén que queira estar comigo tenme que aceptar como son, eu o teño claro, pero hai xente que non trataba o tema con naturalidade e agora pode que si». «O problema é educacional -prosigue-. Se ti lle contas a un neno de 5 anos esta realidade, enténdea mellor que un adulto. Por iso é clave tratar isto con naturalidade; eu fágoo e funcióname. Son un home e xa está, independentemente da bioloxía. Que por certo, faime graza que estes ultracatólicos precisamente se escuden na ciencia agora. É curioso».

«Es la cabeza la que decide si eres una chica o un chico»

ALBERTO LÓPEZ

«Me tratan como la niña que soy y he sido siempre, todos me quieren mucho». Sara, con solo once años, habla claro sobre su situación. Es hija de Cristina Palacios, presidenta de la asociación Arelas de Familias de Menores Transexuales de Galicia. Lleva años viendo en casa a sus padres cómo luchan por sus derechos. Aunque ahora esta joven lucense lleva una vida normal en el colegio, no siempre ha sido así. «Antes de realizar el tránsito, en el otro cole, los alumnos no se portaban tan bien conmigo como ahora, sobre todo las niñas, que no querían dejarme jugar con ellas», explica con una seguridad digna de un adulto. Sara, que fue la primera menor transexual gallega en conseguir el cambio de nombre -entonces tenía ocho años-, solo quiere una cosa: «Que todos tengamos los mismos derechos. Así que a los del bus les digo que no hay niños con pene y niñas con vulva: hay niños con vulva y niñas con pene. Es la cabeza la que decide si eres chica o chico», afirma. Y la cabeza de Sara siempre le ha dicho lo mismo: «Me recuerdo sabiendo siempre que era una niña. Con tres años ya me vestía como una niña y quería que me llamaran distinto». Y después de pelear mucho, con el apoyo de su familia, lo ha conseguido.