¿Por qué es tan malo el panga?

CLÁUDIA MORÁN

SOCIEDAD

MARCO GUNDÍN / IAGO GARCÍA

La cadena de distribución Carrefour retiró este pescado de sus establecimientos en España debido a motivos medioambientales, mientras que Sanidad descarta cualquier alerta sanitaria o alimentaria

02 feb 2017 . Actualizado a las 20:01 h.

La cadena francesa de distribución Carrefour sorprendía este miércoles con un comunicado en el que informaba sobre su decisión de retirar el panga de sus establecimientos en España. Previamente, este pescado ya había dejado de ser comercializado por la multinacional en otros países como Francia o Bélgica por motivos similares.

La empresa explicó que la medida es «preventiva» y responde a motivos medioambientales como «la contaminación del agua causada por el estiércol y los restos de alimentos» en la zona del río Mekong, en Vietnam, de donde procede el 90 % del panga que se consume en Europa.

Aunque la compañía señaló en el mismo comunicado que la calidad del producto es «impecable», la alarma se activó entre las asociaciones de madres y padres, que exigieron a Sanidad la retirada de este pescado de los comedores escolares. La respuesta del Ministerio, no obstante, fue clara: España no ha recibido ninguna alerta sanitaria ni alimentaria en relación al panga

El panga o la panga -al ser una palabra nueva, por el momento se pueden usar ambos artículos, según Fundéu- (Pangasius hypophthalmus) es un pescado blanco de precio inferior a la merluza o el lenguado que se ha popularizado enormemente en Europa en los últimos años.

De hecho, en el 2015 la Unión Europea lideró las importaciones de esta especie y España fue el país que más panga importó, según la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). Hasta se denunció que, debido a su bajo coste, algunos establecimientos han llegado a colar a los clientes panga por bacalao, merluza, lenguado o rosada

La OCU recomienda limitar su consumo

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) acaba de publicar un informe en el que asegura haber encontrado «restos de pesticidas y trazas de mercurio» en filetes de panga (y de perca). En concreto, en 4 de las 23 muestras de panga analizadas se ha encontrado trifluralina y, en algunas, mercurio.

Si bien la OCU aclara que las cantidades encontradas de mercurio «no superan el límite legal de 0,5 mg/ kg», subraya que «en algunos casos, sí alcanzan la mitad de esa cifra», y recuerda además que «el panga y la perca no se encuentran en la lista de los pescados que se suelen considerar como fuente de mercurio».

Por este motivo, la organización pone el foco en el consumo de panga en los comedores de los colegios. «Teniendo en cuenta que estos pescados se sirven en comedores escolares y los niños pueden llegar a comerlos varias veces por semana, al final la ingesta de mercurio puede llegar a ser significativa», advierte.

La conclusión de la OCU también es clara: «Recomendamos que el panga y la perca no se consuman más de una vez por semana».

La oenegé Greenpeace, por su parte, destaca el impacto medioambiental generado por «la cría intensiva» del panga, que está «destruyendo el manglar para construir más jaulas» de acuicultura. Estas jaulas, según afirma la organización, producen contaminación por el «uso de químicos y medicamentos».

Además, aunque este pescado «pasa todos los controles sanitarios y de aduanas y no vulnera la ley» (Greenpeace no lo incluye en su lista roja de especies pesqueras), la organización se pregunta: «¿Hasta dónde influyen las empresas en establecer unos niveles altos de estos antibióticos?».

La presencia de sustancias químicas

Aunque este pescado procede casi en su totalidad de Vietnam, también hay proveedores en Indonesia, Tailandia, Bangladesh y Birmania. Precisamente el origen del panga hizo desconfiar desde el principio a algunos consumidores, por lo que en el 2013 la Agencia Española de Seguridad Alimentaria se vio obligada a emitir un comunicado descartando cualquier riesgo.

El organismo ya reconocía entonces «la presencia de residuos de trifluralina» en el panga, una sustancia con acción herbicida «cuyos usos no están autorizados actualmente en la UE», al tiempo que aseguraba que esta sustancia «no tiene efectos tóxicos preocupantes a corto plazo por su ingesta».

Dos años después, en el 2015, la polémica se reactivó por la publicación de dos nuevos estudios sobre este pescado blanco.

Investigadores de la Universidade Federal Fluminense de Brasil descubrieron que el 50 % de las muestras de panga congelado que estudiaban contenían altos niveles de mercurio, por encima de lo permitido, además de un exceso de polifosfatos añadidos en el 30 % de las mismas. Por otro lado, reportaron que el 80 % de los filetes ya habían empezado a degradarse cuando fueron congelados.

Otro grupo de investigadores de la Universidad de Gante (Bélgica) concluyó que en el proceso de eliminación bacteriana del panga -que consistía en limpiar el pescado en cloro y ácido peracético-, el cloro no era sustituido hasta pasadas 4 horas, de manera que el efecto desinfectante se reducía y aumentaba la cantidad de materia orgánica.

Por último, el año pasado científicos polacos aseguraron que los filetes de panga congelados objeto de su estudio estaban «ampliamente contaminados con Vibrio spp», una bacteria que puede afectar al intestino.