Vigo reutilizará la tecnología creada en el proyecto para desviar asteroides

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

La Agencia Espacial Europea canceló el plan en el que participaba la universidad

28 jun 2019 . Actualizado a las 18:40 h.

La Universidade de Vigo tendrá que esperar. La decisión de la Agencia Espacial Europea (ESA) de cancelar el proyecto para desviar la trayectoria de un asteroide potencialmente peligroso para la Tierra, que se iba a llevar a cabo en una doble misión en colaboración con la NASA, ha dejado fuera de la aventura a la Agrupación Aeroespacial de la institución viguesa. El grupo liderado por Fernando Aguado había participado en la fase inicial del proyecto, lo que se materializó en un contrato de 200.000 euros suscrito con la ESA, mediante un trabajo en el que demostró la viabilidad técnica de la incorporación a la misión de un minisatélite, un Cubesat, que se situaría a una distancia de entre 2 y 4 kilómetros del asteroide y que se encargaría de analizar en esta posición crítica los fragmentos de polvo y roca desprendidos tras el impacto de una nave de la NASA con la roca espacial.

El paso siguiente tenía que haber sido el desarrollo del ingenio, que iba a llevarse a cabo en colaboración con la Universidad de Bolonia y la empresa suiza Mico, una vez que la agencia europea aprobase el presupuesto. Era lo que faltaba, hasta que los ministros de los países europeos que participan en la ESA decidieron hace unos días que las prioridades pasaban por una segunda misión a Marte, dentro del proyecto ExoMars, y la ampliación de la vigencia de la estación espacial internacional. Es cierto que la propuesta gallega aún tenía que haber pasado una criba final, pero estaba muy bien situada para superarla. «No se puede garantizar al 100 % que fueran a elegir nuestra propuesta, pero nos dijeron que era excelente y estábamos en una situación muy buena», explica Fernando Aguado, el coordinador del equipo vigués.

El trabajo presentado, en cualquier caso, supone un aval para los investigadores gallegos, en especial en un momento en el que los minisatélites tendrán un mayor protagonismo de cara a futuras misiones más allá de la órbita terrestre, como Marte. «No es un trabajo perdido, ni muchísimo menos. Ha arrojado unos resultados muy interesantes -subraya Aguado- porque se ha demostrado la viabilidad de implementar este tipo de satélites en entornos donde nunca habían sido probados. No solo demostramos que son viables, sino que decimos cómo tienen que implementarse desde un punto de vista técnico». «Estos resultados -añade- son la base para la participación de Galicia en futuras misiones al espacio profundo». En este sentido, el investigador considera que habrá nuevas oportunidades para el uso de la tecnología desarrollada, tanto para futuras iniciativas de la Agencia Espacial Europea como de la propia NASA.

Hasta el momento, las misiones a la Luna, Marte u otros astros se sustentan en un satélite de gran tamaño -un orbitador- dotado de todo tipo de instrumentos científicos. Son ingenios cuyo desarrollo requiere de una enorme inversión, por lo que se evita exponerlos a acciones comprometidas, ya que si se arriesga un solo aparato se arruinaría todo el conjunto. En cambio, estas acciones específicas sí podrían ser asumidas de forma individual por los Cubesats, de apenas 4,5 kilos, porque su posible pérdida no supondría un gran coste ni pondría en peligro el satélite mayor del que depende. Sería su principal valor añadido, pero su uso también presenta otras ventajas, como la posibilidad de incorporar más instrumentos científicos. 

Doble misión

Si la ESA hubiera aprobado la misión, el Cubesat gallego, al igual que uno o dos más, formaría parte del satélite AIM, de 700 kilos, que se encargaría de estudiar realizar un mapa y de estudiar la composición del asteroide binario Didymos. Esta información sería utilizada para determinar el mejor lugar del posterior impacto de la nave Daert de la NASA, que tendría que colisionar con la pequeña luna de Didymos para desviarla de su órbita. El minisatélite de la Universidade de Vigo se aproximaría al punto del choque para analizar los fragmentos desprendidos.