Héctor Castiñeira: «Llevo más de 500 contratos como enfermero»

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Álvaro Ballesteros

Prefiere tomarse con humor los problemas de la sanidad y para ello ha creado a la enfermera saturada

05 dic 2016 . Actualizado a las 17:36 h.

Lo que nació como un personaje en las redes sociales ha ido creciendo hasta convertirse en todo un fenómeno. Héctor Castiñeira, (Lugo, 1982), el joven que está tras la enfermera saturada, le pone una dosis terapéutica de humor a un sistema sanitario que, reconoce, tiene problemas. La tercera entrega es Las uvis de la ira, un título que homenajea la novela de John Steinbeck

-Parece que lo único que trasciende de la sanidad es lo malo. ¿Se puede hacer humor con eso?

-Me dedico a llevar un poco de humor a los hospitales, a la sanidad y a la enfermería precisamente por eso, porque parece que solo se habla de la parte mala de la sanidad y la enfermería. Que también hago crítica para intentar mejorar la situación, pero siempre desde el punto de vista del humor, porque creo que llevarlo a las habitaciones de hospital y sacarle una sonrisa al paciente hace que esté más relajado y le hace más llevadera la estancia en el hospital.

-Es un libro para gente que está en el hospital y gente que no.

-Sí, claro. Cuando escribo lo hago pensando en enfermeras y en estudiantes de Enfermería, pero cualquier persona que haya estado ingresada o que haya tenido contacto con la sanidad se siente identificada.

-La enfermera saturada ahora se va al Reino Unido.

-Sí, en el anterior libro, El tiempo entre suturas hablaba de que la protagonista peregrinaba buscando la plaza fija por distintos sitios y en este, ya harta de la precariedad laboral, decide dar el salto al Reino Unido, que ofrece unos contratos muy buenos y que todo lo ponen muy bien y ella, con su inglés nivel medio, intenta adaptarse al sistema británico de salud. 

-Que es un tema recurrente en los últimos años.

-Yo soy enfermero y trabajo en el Sergas. Soy eventual, como la protagonista, y tengo muchos compañeros que están trabajando en el Reino Unido. Para escribir ese capítulo en concreto contacté con ellos, me fui para allá y vi cómo trabajaban y cómo era el proceso de selección, cómo vivían, lo que les había llevado a irse y cómo intentaban adaptarse.

-¿Y es tan bueno como lo pintan?

-Es complicado. Lo pintan muy bien y, como todo, no es tan bonito cuando llegas allí. Efectivamente, está bien remunerado, pero también tiene su parte negativa. No siempre eres bien recibido, eres un extranjero trabajando en otro país. Incluso hay pacientes que no quieren que los atiendan enfermeras extranjeras. Además, el sistema de trabajo es muy diferente. Llegas allí con tu título, que te capacita para ejercer cualquier labor de enfermería, y ves que no puedes ni sacar sangre sin una formación específica que hay que hacer allí. Y también está el idioma, porque son palabras muy técnicas a las que no estás habituado. Es complicado adaptarse.

-Una de las últimas polémicas en Galicia son los contratos de un día. ¿Debería hablarlo la enfermera saturada?

-Sí que lo habla, de hecho en la portada está la ruleta de los contratos, desde el turno suelto hasta el contrato estrella, que es la baja maternal. Yo llevo once años trabajando en el Sergas y llevo firmados más de 500 contratos y 400 y algo son de cinco días o menos de duración.

-¿Qué otras cosas habría que denunciar?

-Los recortes. Por ejemplo, hay muchas bajas de personal sanitario que no se cubren y eso aumenta mucho la carga asistencial. Ahora nos piden que humanicemos la asistencia y lo intentamos hacer, pero con un contrato de un día es muy difícil humanizar, porque no sabes ni el nombre de tus compañeros, ni el de los pacientes, ni por qué están allí.

-¿Los pacientes tenemos menos sentido del humor?

-La gente lógicamente viene angustiada a los hospitales, pero cuando la situación está estabilizada y el paciente sabe qué le pasa y qué le van a hacer el hecho de que llegue alguien y te haga reír sí que ayuda y hace la estancia más llevadera.