El campeón del humor adolescente es gallego

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

SOCIEDAD

gollegz

Golle, estudiante vigués de 17 años, arrasa en Instagram superando los 700.000 seguidores, con sus vídeos sobre la vida cotidiana y prepara el salto a YouTube

30 nov 2016 . Actualizado a las 17:27 h.

José Luis Vilar Gallego dice que está acostumbrado a salir en la prensa. Cuando todavía era un mocoso, era habitual verle en las páginas de deportes, como niño prodigio del karting que a los 10 años dejaba atrás a competidores mayores que él. Siete años después, el chaval ha abandonado los circuitos pero sigue pisando a fondo el pedal del éxito, aunque por una vía que a la familia le sale mucho más barata.

Ahora, José Luis es conocido en las redes sociales como Golle GZ (seudónimo que sale de un cambio de letras en su segundo apellido al que ha añadido la referencia a Galicia). Decir conocido es quedarse corto. En Instagram, el chaval es una estrella. La semana pasada subió unos peldaños más y alcanzó al cifra de 700.000 seguidores.

Golle, vigués de nacimiento, aunque vivió en Baiona hasta los 13, es un adolescente que como todos los de su generación, comienza ocho de cada diez frases con la expresión «en plan» y lleva la fama sin problemas, combinándola con actividades propias de su edad, como acudir cada día al IES Castelao, donde cursa 2.º de bachillerato por la rama de ciencias sociales, ir a la academia de inglés y quedar con sus amigos. Ahora, poco más tiempo le queda.

Todo empezó como una broma. «El verano pasado grabé un vídeo con mi vecino y con mi primo. Se quedó en la galería del móvil y meses después lo subí», recuerda. «Empecé a hacer más porque me lo pasaba bien y poco a poco los fue viendo más gente». La bola fue creciendo como una ola gigante. De su entorno, el círculo se fue ampliando hasta dejas lejos su barrio de O Calvario. Instagram informa al usuario de la procedencia de las visitas y lo curioso es que el 80 % de las entradas se producen desde Madrid. Le sigue Barcelona y después, Vigo. Eso en España, porque también tiene fans en Argentina y en México.

El bum explotó este verano. «Cambié la temática y aumentaron las visitas en casi medio millón. Pasé de ser nadie a ser otro nadie más conocido», explica. Su madre, Sonia, le acompaña a la entrevista y como toda madre de artista, le echa un cabo para el autobombo, que a él le repatea. Dice que es buen estudiante y espera que siga siéndolo y que no se ciegue por un rato de éxito. «Pero el año pasado fuimos en Navidad a Madrid y la gente le paraba por la calle. Aluciné», reconoce. Ahora le paran en todas partes. No le piden autógrafos porque no se lleva, pero sí le reclaman selfies. Si José Luis era rápido al volante, ahora es ágil montando micro películas, aunque en su versión es «un generador de contenidos para que la gente pase el rato». En realidad, lo que hace es poner en escena esas situaciones de la vida cotidiana que parece que solo le pasan a uno hasta que se da cuenta de que le ocurren a todo el mundo y entonces surge la risa. El foco del humor de Golle está puesto en su entorno y el particular acento vigués de O Calvario añade gracia. Comparte gloria mediática con familia y compañeros como Pollo, Riki, Rober, Sandra, Nélida o Haunz. Su madre sale en algunos. «Solo en dos o tres», se queja. Su abuela paterna, Flora, se ha revelado como una crac y protagoniza el vídeo que más ha gustado. «Es porque es auténtica», cuenta.

Los martes jueves y sábados a las 15.10 sube contenido nuevo. «Lo difícil es tener la idea. En grabarlo invierto más de una hora y en editarlo, entre tres y cinco». Lo hace encantado. Solo le molesta que en invierno la luz se esfuma a las seis y no puede grabar más. Y no le interesan cámara ni focos porque le interesa el estilo informal del móvil. La fama de Instagram solo le hace rico en seguidores. Pero planea el salto a YouTube en Navidad, que al menos le dará para cubrir gastos en disfraces y atrezzo. Golle pasa de los astros del humor. Como mucho, admite que le gusta Torrente. Su inspiración son sus amigos. Se juntan y la risa fluye.