Aceites aromáticos acaban con las hierbas de la Muralla de Lugo

xosé carreira LUGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Carlos Castro

El bioherbicida tiene como base orégano, romero o tomillo

25 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Unas cien especies diferentes de plantas con raíces peleonas dañan silenciosamente la Muralla de Lugo. Desde hace unos veinte años, por consejo de expertos de la Escuela Politécnica Superior del campus lucense, son ensayadas diversas técnicas para acabar con ellas. Fuego con un soplete, ondas electromagnéticas, arrancadas a mano... No hubo resultados satisfactorios, salvo con el empleo de productos químicos como, por ejemplo, el glifosato. Este agresivo producto dejó de emplearse hace unos años y se sustituyó por otro más liviano, el oxifluorfen. Sin embargo, desde no hace mucho, los especialistas ensayan un bioherbicida basado en aceites de plantas aromáticas.

Y los resultados son muy satisfactorios. Quizás en un futuro no muy lejano los agresivos químicos sean historia en la lucha contra las malas hierbas del monumento Patrimonio de la Humanidad. La propuesta de uso de los aceites de aromáticas es del catedrático de la Politécnica, Antonio Rigueiro Rodríguez, del departamento de Producción Vegetal. Fue él y su compañera Elvira Díaz quienes hace veinte años empezaron a estudiar las hierbas de la muralla lucense. Hicieron un catálogo en el que incluyeron un centenar de especies.

«Cando empezamos o estudo atopámonos que na parte interior do monumento medraban especies arbustivas e arbóreas como pradairos, abeleiras, loureiros, espiños... Tanto as leñosas, que xa non hai, como as herbáceas, meten as súas raíces debaixo do adarve e causan moito dano á muralla. As pedras uníronse con argamasa que leva area e cal fundamentalmente. Iso é moi nutritivo para determinadas plantas e especies que colonizan as paredes e medran moi ben. As raíces toman o calcio da argamasa que une as pedras. Entón prodúcense folganzas entre as pedras o que da lugar a inestabilidades», indicó el profesor Rigueiro.

Acabar con las hierbas fue, y sigue siéndolo, objetivo preferente. «Fixemos múltiples estudos e probamos distintas técnicas de eliminación. Arrancalas funcionaba, pero ao tirar viñan as pedras e a argamasa coas raíces. Cortalas supoñía facelo hoxe e ao mes estabamos igual. O lume afectaba á pedra. Chegamos á conclusión de que os herbicidas eran a solución máis viable. Optamos polo glifosato, pero logo de que a OMS o incluíra nunha relación de produtos que poden afectar á saúde humana optamos polo exifluorfen e empezamos a estudar outras vías más ecolóxicas», explicó Rigueiro.

Y esas vías naturales pasan por bioherbicidas. Estudios de laboratorio y pruebas realizadas ya en la muralla demuestran que un producto elaborado a base de aceites esenciales de plantas aromáticas como el orégano, el tomillo, la salvia o la lavanda están dando un resultado óptimo.

Los vencejos se equivocaron

«Comprobamos que poden ser efectivos e o tratamento non é excesivamente caro. Son doses moi diluídas. Aínda que fose caro, creo que a muralla xustifica a súa utilización. Si podemos substituír os químicos por tratamentos naturais, aínda que sexan máis custosos, estaríamos encantados», precisa el catedrático.

La muralla recibe anualmente a finales de abril más de 2.000 vencejos, la colonia más grande que llega de tierras africanas al norte de España. Estas aves protegidas llegan a finales de abril y se van a principios de agosto. Mientras están no se autoriza ningún trabajo en el monumento para no dañar los nidos. Y este año los vencejos, o birrios, se equivocaron y retrasaron la marcha varias semanas. La ola de calor del mes de agosto les hizo creer que el verano de Lugo sería eterno y no se fueron hasta principios de septiembre.