«Be water, my friend» en Naseiro

Adrián Pérez, Y.G.

SOCIEDAD

El descenso del río Landro, una especie de carnaval acuático

30 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ayer en torno a las siete de la tarde se celebró, como marca la tradición, el descenso por el río Landro a su paso por el Val do Naseiro en Viveiro. ¿Por qué un lunes? Y por qué no, debieron preguntarse los primeros intrépidos que movidos por sus ganas de divertirse, y ataviados con un atuendo que les debía diferenciar del resto, comenzaron con una práctica que puso la base sobre la que se asienta una celebración que año tras año gana participantes.

En la presente edición, centenares de personas, y personajes, se atrevieron con las tranquilas y dulces aguas del citado cauce. El objetivo estaba claro, armarse de valor para completar el recorrido por el río hasta el puente que marcaba la meta.

Aprovechando los éxitos del deporte olímpico en los pasados Juegos de Río, la mayoría se decantó por homenajear a dos de nuestras disciplinas más galardonadas: la natación y el piragüismo. Los hubo que optaron por el estilo y la técnica de Mireia Belmonte para atravesar a nado las frías aguas y una mayoría que se inclinó por el temple y el equilibrio del viveirense Cristian Toro tratando de completar el descenso remando subidos en una embarcación o cualquier otra superficie que les mantuviera a flote. A pesar de la preparación con la que los participantes se presentaron en la cita, su objetivo no era ganar sino pasárselo bien y llamar la atención de un público que se agolpaba a ambas márgenes del río, predispuesto a reír sin recato.

Al Naseiro viene cada año más gente y del más diverso pelaje. Sirva como muestra la heterogénea participación de esta edición, en la que se pudo ver desde un grupo de corredores de los encierros del San Fermín, superhéroes como el Capitán América, el personaje de videojuego Mario Bros en el asiento de su coche, un piloto que se vio obligado a amerizar a bordo de su avioneta, una familia en un «coche de choque», hasta un estudio de tatuaje con música incorporada que daba salero al periplo fluvial.

El descenso del Landro se desarrolló con una tremenda armonía entre quienes se animaron a mojarse y el público que los alentaba. A pesar de que no todos los que querían llegar secos a casa lo consiguieron, quienes se acercaban a la orilla sabían a lo que se exponían y lo aceptaban con resignación y humor. Entre el público se podía hallar a muchos concursantes de otros años que orgullosos explicaban a sus hijos las veces que habían participado y hasta dónde habían logrado llegar. Y hasta muchos no lograban contener su emoción al recordar viejas hazañas: «O ano que ven vólvome mollar», prometían. Palabra de romero.