«Me da igual que me vean en bolas»

tania taboada

SOCIEDAD

RAMON LEIRO

Los nudistas de Bascuas, en Sanxenxo, indiferentes a mirones y cámaras indiscretas

27 ago 2016 . Actualizado a las 10:49 h.

Una de la tarde. Sanxenxo. Playa de Bascuas. El tiempo acompaña. Desde el aparcamiento, total tranquilidad. No hay curiosos ni mirones observando los cuerpos de los bañistas. Los únicos vigilantes aquí son los socorristas y una patrulla de la Guardia Civil, que inspecciona la zona unas seis veces al día. Bajamos al arenal. Vamos vestidos. Con libreta en mano y cámara de fotos. Nadie nos mira raro ni dice nada. Justo al entrar en la playa, sentado sobre una piedra, un varón leyendo el periódico. La única prenda textil que lleva en su cuerpo es sobre la cabeza. Un sombrero de paja. El resto, todo al aire. Se llama Elías. Por su aspecto físico parece alemán o sueco. Pero no, es de Pontevedra. Lleva toda la vida acudiendo a playas nudistas. Según nos cuenta, Bascuas no es el arenal que más frecuenta pero ayer en él se encontraba. «Vengo desde siempre a estas playas. Para mí son las mejores. Lo mío es tomar el sol y bañarme con total libertad y sin trapos», dice.

-¿Tiene la sensación de que haya gente mirando o sacando fotos a escondidas?, preguntamos.

-Para nada. No percibo eso. De todas formas, el que quiera mirar que mire, me da igual que me vean en bolas.

Seguimos andando. Justo al lado del mar y apoyada en una roca toma el sol Elena. Solo lleva gafas de sol. Actualmente reside en Madrid, pero es natural de Sanxenxo. «Llevo unos quince años viniendo a este arenal. Vivo el nudismo como algo natural. Estar desnuda es estar cerca del origen y en contacto con la madre tierra», proclama.

-¿Todavía hay mirones?

-Ahora no tanto. Antes se veían más. Pero de todas formas, me traen sin cuidado. Me da igual que me vean desnuda.

Mientras Elena se deja fotografiar, en el resto del arenal ni un solo bañador ni un bikini. Hombres y mujeres pasean por la playa con sus auriculares, fumando en pipa, con sus parejas... Otros se dan un chapuzón en el mar y otra parte toma el sol en la toalla. «Esto no es una playa de postureo. Esto es lo natural puro y duro. Venimos aquí para gozar de una total libertad y sin que nadie nos moleste ni se ría de nosotros», cuenta una señora que se encontraba paseando y mojando los pies.

-¿Se siente intimidada?

-Ahora no. Cada vez son menos los que vienen aquí a cotillear. Nosotros no molestamos a nadie y nadie tiene que molestarnos a nosotros.

-¿Le ofenden los de bañador?

-Pues no me parece bien. Cada cosa es para lo que es. Si nosotros no nos desnudamos en las playas textiles, que los de bañador no vengan a estas. Además, a ellos le sobran playas; nosotros, sin embargo, disponemos de pocos arenales.

La zona gay y la familiar

Termina la sesión de fotos. Continuamos nuestra caminata. La playa está distribuida en dos partes. En una están los gais y en la otra, las familias con hijos pequeños. En la zona de los homosexuales se encuentra una pareja portuguesa. Son de Oporto. «Hai cinco anos que somos parella e levamos tres anos vindo aquí. Poñémonos apartados para estar tranquilos e relaxados», explican.

Naturalmente.