Adiós al oftalmólogo amante de la música

francisco gómez-ulla SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Alberto Morante | Efe

Barraquer dedicó su vida a su profesión, a la clínica familiar y a todos sus pacientes, médicos y alumnos

27 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Me desperté con la triste noticia del fallecimiento del profesor Joaquín Barraquer, un caballero ejerciendo la oftalmología y un gran profesional que iluminó nuestra especialidad en el último medio siglo. El doctor Barraquer Moner era de esas personas nacidas para hacer cosas por los demás y que pasa por el mundo dejando huella. Dedicó su vida a la oftalmología, a la clínica oftalmológica que fundó su padre y lleva su nombre, y a todos sus pacientes, médicos y alumnos.

Barraquer fue y seguirá siendo un médico de fama internacional. Doctor honoris causa por más de 10 universidades y miembro honorario de más de 50 asociaciones y sociedades científicas, empezó a ser reconocido en oftalmología por el descubrimiento de la zonulolísis enzimática en la cirugía de la catarata, que permitía extraer más fácilmente el cristalino mediante la inyección de una sustancia enzimática -alfaquimotripsina- disminuyendo las complicaciones quirúrgicas. Es reconocido en todo el mundo como cirujano oftalmológico, excepcional en su perfección técnica y elegante en sus gestos, de hecho ha sido catedrático de Cirugía Ocular de la Universidad Autónoma, siguiendo de alguna manera la tradición de su abuelo Antonio, primer catedrático de Oftalmología en Barcelona. Fue pionero en la implantación de lentes intraoculares y contribuyó a los trasplantes de córnea con su técnica minuciosa y fundando y dirigiendo el Banco de Ojos en la ciudad Condal.

El profesor Barraquer no se conformó con mantener la clínica que heredó, sino que trabajó para mejorarla y actualizarla, para que en su centro se formasen residentes y oftalmólogos y para rodearse de un equipo humano y de profesionales de prestigio. También se preocupó porque la tercera generación que él representa no se agote y tenga continuidad en sus dos hijos, Elena y Rafael, igualmente oftalmólogos.

Pero su pasión no se reducía a la oftalmología. Era un gran aficionado a la música clásica, de hecho, aún este año, tenía las entradas para asistir al Festival de Salzburgo, pero, desafortunadamente, ya no tuvo fuerzas para asistir. Los que pasamos por su casa y disfrutamos de su hospitalidad y del cariño de su mujer Mariana conocíamos esta afición y la sala en la que se relajaba escuchando su música preferida.

Tuve la fortuna de disfrutar por última vez de él en junio, cuando participé en el Curso Internacional de Mácula Barraquer invitado por Jeroni Nadal y Javier Elizalde, dos de sus grandes colaboradores, y coincidí con su hija Elena. Querido Joaquín, descansa en paz, ahora podrás vernos a todos con esa luz limpia, intensa y brillante que has mantenido en los ojos de tus pacientes, y escuchar tus partituras favoritas sabiendo que sembraste en terreno fértil y que tu obra continuará en buenas manos.

*Francisco Gómez-Ulla es catedrático y director médico del Instituto Oftamológico Gómez-Ulla