Objetivo: vencer al calor nocturno

C.G.B, J.F., M.J. F

PONTEVEDRA CIUDAD

Antonio Cortés

En el sur de Galicia resulta difícil dormir debido a las altas temperaturas

29 jul 2016 . Actualizado a las 13:17 h.

Sábanas sudadas, terrazas llenas y aparatos de aire a condicionado a pleno rendimiento. Estas son algunas de las notas que están adornando las noches en el la mitad sur de Galicia durante la última semana. Hace calor durante el día, pero también por la noche. Y esta circunstancia afecta a la vida de muchas personas.

En las Rías Baixas se cotiza la sombra. Donde otros veranos había huecos oscuros que comprimían todavía más la zona soleada, este año se acumulan los bañistas en los huecos temporales que separan una visita al agua de otra. Por la noche la situación se prolonga y el movimiento se traslada a las terrazas. Están abarrotadas. No dan abasto.

Cuando Rayko Cintas se dejó convencer por José Lestón para pasar un mes en Galicia, lo primero que hizo fue coger algo de ropa de abrigo. El ribeirense, veraneante en Vilagarcía de Arousa con su familia, le había advertido de que los veranos aquí no son como en Valencia, donde viven desde hace años. «Qué va, in my life», confesaba José, de casi 31 años, cuando le preguntaron si lo esperaba. «Estoy cansado de tanta calor. En mi vida había tenido que poner el aire acondicionado en mi coche y este año me cuesta quitarlo», reconocía. 

«Pues yo estoy encantado», apuntaba Rayko. «Aquí abres la ventana y entra fresco, pero en Valencia no corre nada de aire». Aun así, la cosa se estaba poniendo tan complicada que los jóvenes decidieron bajar a la zona de vinos de Vilagarcía para dejarse bendecir por la brisa. Y, de paso, dar cuenta de un par de raciones de calamares a la romana y pimientos de padrón.

En Ourense la situación se toma con más tranquilidad. Sus habitantes viven las alertas por calor con cierta sorna. Pasar buena parte del verano con temperaturas superiores a los treinta grados y llegar a picos de 40 o 42, como ocurrió la semana pasada, no es algo nuevo. Tampoco encontrarse a las diez de la noche con 30 grados. Ante esa situación se evita en lo posible salir a la calle en las horas centrales y se posponen los paseos a la noche, mientras se deja la casa ventilando para eliminar el calor acumulado durante el día.

Lo imprescindible allí es el aire acondicionado. María Mercedes Ramos Iglesias tira de él estos días. Se ha olvidado de la disyuntiva de elegir entre noches en vela o ventanas abiertas. «Antes, sin el aire acondicionado no se podía dormir», recuerda. La única solución para esas jornadas en las que a las temperaturas asfixiantes del día se suman las de las noches era abrir las ventanas para intentar que entrase algo de aire. No siempre se consigue en la ciudad de As Burgas, donde no existe mar que pueda aportar algo de brisa y ayude a expulsar el calor acumulado. «Algunas noches no se mueve ni una hoja y el problema de dormir con las ventanas abiertas es que entran mosquitos», apunta Mercedes.

Las altas temperaturas han tenido sus efectos en Vigo, que cambió los hábitos. Están obligando a la hostelería a poner el cartel de completo desde las nueve, cuando los termómetros bajan hasta los 23,5 grados. Pese a que las terrazas se han duplicado, es difícil encontrar un hueco libre en los bares del Casco Vello y en otros espacios próximos a la zona portuaria.

La influencia positiva alcanza también a los hoteles. «Ayer pasé por Samil y parecía Benidorm en su mejor época», comenta el presidente de la Asociación de Hospedaje de Vigo, Jaime Pereira. César Sánchez Ballesteros, presidente de la Asociación de Empresarios de Hospedaje de la Provincia muestra la otra cara: las cajas del centro bajan de día por el asfixiante calor.