Marisqueo familiar en Chapela

SOCIEDAD

Oscar Vazquez

La mayoría de las personas que ayer se encontraban en la playa de Arealonga durante la bajamar se dedicaban a la búsqueda y captura de los bivalvos que pueblan el arenal

28 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Bajo un calor abrasador de más de 30 grados, los cuerpos se tuestan al sol en de Arealonga. Hasta ahí, como en cualquier otra playa. El arenal situado en Chapela, en Redondela, está delimitado por dos ríos, el Maceiras y el Pugariños, que hace frontera con Vigo. Con la marea alta, por la mañana, hubo pocos bañistas. Le precede la mala fama de la presencia de bacterias coliformes. Hasta el pasado 26 de junio los análisis desaconsejaban el baño, pero ayer al mediodía decenas de personas comenzaron a adentrarse en el agua. La bajamar permitía aproximarse hasta las alejadas boyas. La mayoría de los que se encontraban dentro del agua lo hacían en cuclillas, mojándose apenas el culo. No es que disimulasen una urgencia de evacuación de las vías renales, sino que se dedicaban a la búsqueda y captura de los apreciados bivalvos que pueblan el arenal.

Desde la caseta de socorrismo, los vigilantes miraban con indolencia hacia el agua. Ningún peligro a la vista. La bajamar era tan acentuada que lo único que se veía era una gran extensión de arena y piedras. Y sobre ella decenas de ojos que escrutaban los pequeños orificio que dejan los bivalvos para respirar. Mujeres y hombres de mediana edad provistos de rastrillo removían con mayor o menor oficio la arena oscurecida bajo la atenta mirada de sus hijos. El resultado era portentoso e iban aflorando a la superficie cientos de ejemplares de almeja japónica, la más común. Una veintena de personas se afanaban en buscar marisco con sus medios más o menor rudimentarios. «¿Pero no tienen miedo a una diarrea histórica?». «Yo hago esto desde hace veinticinco años y nunca me ha pasado nada», comentaba una mariscadora junto a su nieta. Del agua iban saliendo padres e hijos con bolsitas de plástico blanco cargadas de tesoros. A pocos metros pasaba la patrulla.

«No vamos a mariscar porque en verano hay demasiados furtivos»

Magdalena Ramonet, mariscadora profesional y dirigente dela agrupación durante seis años explica que «en Arealonga lo que más abunda es la almeja japónica, que es muy resistente a las bacterias». Otras especies como la babosa y la fina, sin embargo, son mas delicadas y mueren más pronto, antes de alcanzar el tamaño mínimo.

Ramonet asegura que «el furtivismo en Arealonga es tremendo, aunque «ahora lo tienen más controlado».

Las mariscadoras profesionales no acuden a este lugar por la enorme presencia de ilegales. En algunas ocasiones han tenido que ir con escolta porque se han producido enfrentamientos. Además, como los furtivos no respetan los tamaños mínimos, las cien trabajadoras de la agrupación solo aparecen cuando se producen una gran bajamar, cada dos o tres meses. Mientras, faenan en otras playas del municipio menos bulliciosas.