Fiestas populares y violencia sexual

Rosa Cobo TRIBUNA

SOCIEDAD

14 jul 2016 . Actualizado a las 07:54 h.

Las fiestas populares tradicionales cumplen diversas funciones: fortalecen el sentimiento de pertenencia, desdibujan momentáneamente las jerarquías sociales, se autoriza la ocupación del espacio público sin restricciones, se crean sentimientos colectivos de liberación emocional y de catarsis colectiva y, sobre todo, se crea la percepción de que desaparecen las reglas que gobiernan la ciudad. En el imaginario colectivo, las fiestas populares son una especie de estado de naturaleza en el que reina la alegría y los sentimientos de hermandad. Y, aunque sea fugazmente, desaparecen las tensiones y los conflictos sociales. Sin embargo, las fiestas populares tienen su reverso: para las mujeres, el estado de naturaleza se puede convertir en ley de la selva y la falta de reglas se puede traducir en violencia sexual. Hasta ahora las instituciones democráticas no han aplicado medidas contundentes para impedir este tipo de violencia masculina. Sin embargo, el feminismo ha llevado este problema a la opinión pública y a los medios de comunicación. Más aún, las movilizaciones sociales en Pamplona han puesto de manifiesto que la autodefensa feminista puede ser una solución cuando el Estado no garantiza a las mujeres una vida libre de violencia. La ausencia de políticas de igualdad y la prohibición de la coeducación en las aulas tiene efectos trágicos para las mujeres. Y los sucesos de San Fermín lo confirman.