El papa propone readmitir a los divorciados que se hayan vuelto a casar

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ALESSANDRO DI MEO | EFE

«Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio», sostiene Francisco

08 abr 2016 . Actualizado a las 12:21 h.

El papa Francisco ha pedido a los sacerdotes que eviten posturas rígidas ante las situaciones familiares «irregulares», como los divorciados vueltos a casar, de los que ha apoyado su readmisión en los sacramentos mediante un proceso de acompañamiento. Así lo sostiene en su exhortación apostólica, Amoris Laetitia («La alegría en el amor»), publicada hoy y en la que indica el «camino del discernimiento», es decir, que un pastor identifique caso por caso las «situaciones irregulares», como una pareja de divorciados vueltos a casar, para su readmisión en los sacramentos.

«A las personas divorciadas que viven en nueva unión, es importante hacerles sentir que son parte de la Iglesia, que 'no están excomulgadas', y no son tratadas como tales, porque siempre integran la comunión eclesial», defendió.

Por eso, el papa indica que «la lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral, para que no solo sepan que pertenecen al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sino que puedan tener una experiencia feliz y fecunda».

«Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio», sostiene el papa.

Por esa razón el pontífice indica un «proceso de discernimiento», mediante el cual el sacerdote pueda estudiar caso por caso la situación que atraviesa una determinada pareja.

En este proceso, según el papa, «será útil hacer un examen de conciencia, a través de momentos de reflexión y arrepentimiento».

«Los divorciados vueltos a casar deberían preguntarse cómo se han comportado con sus hijos cuando la unión conyugal entró en crisis; si hubo intentos de reconciliación; cómo es la situación del cónyuge abandonado», recomienda.

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Y continúa: «Qué consecuencias tiene la nueva relación sobre el resto de la familia y la comunidad de los fieles; qué ejemplo ofrece esa relación a los jóvenes que deben prepararse para el matrimonio».

Francisco destaca que «la conversación con el sacerdote, en el fuero interno (confesión), contribuye a la formación de un juicio correcto sobre aquello que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer».

En este sentido llama a los sacerdotes a evitar posturas «rígidas» en este proceso y les recuerda que «el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor».

En definitiva consiste en acompañar a estas personas «con misericordia y paciencia» y contradice a quienes «prefieren una pastoral más rígida».

«Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no de lugar a confusión alguna. Pero creo sinceramente que Jesucristo quiere una Iglesia atenta al bien que el Espíritu derrama en medio de la fragilidad», aboga.

«Una madre que, al mismo tiempo que expresa claramente su enseñanza objetiva, 'no renuncia al bien posible, aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del camino'», apunta.

Por último invita a «los fieles que están viviendo situaciones complejas, a que se acerquen con confianza a conversar con sus pastores o con laicos» y a estos les animó a escuchar con «serenidad y afecto» para que ayuden a los fieles a «reconocer su propio lugar en la Iglesia».