Los huevos más caros del mundo

Javier Armesto Andrés
javier armesto REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

ALBERTO ESCRIBANO

Casa Lucio, un clásico de la hostelería madrileña, sin trampa ni cartón

01 nov 2015 . Actualizado a las 04:00 h.

Lucio ofrece cada día de la semana un plato del día diferente (fabada, cocido, lentejas, judías con faisán, potaje de garbanzos) de acuerdo a la temporada. En nuestra visita recomendaron el cochinillo asado y, de postre, Pan Perdido.

Junto al mesón Cándido, en Segovia, o la coctelería Chicote de la Gran Vía madrileña, Casa Lucio es uno de los establecimientos míticos de la hostelería castellana. Si los primeros forjaron su leyenda acogiendo a las estrellas de Hollywood que visitaron España en los años 50 y 60, Lucio le debe más su fama a las personalidades de la vida social y política de la Transición, y especialmente al rey Juan Carlos I, que siempre lo tuvo como uno de sus locales favoritos.

El restaurante fue inaugurado en 1974 en el lugar que ocupaba el Mesón del Segoviano, anteriormente Posada de San Pedro y que ya existía en el mismo número de la Cava Baja -una de las calles más antiguas de la capital- a mediados del siglo XVIII. Lucio Blázquez entró a trabajar allí en 1945, con solo doce años, y la dueña, «doña Petra, que lo quería como a un hijo», acabaría vendiéndole el local.

Casa Lucio es así un reflejo de la personalidad de su propietario, conocido por su don de gentes -prefiere que le llamen tabernero antes que restaurador- y que sigue demostrando hoy, a los 82 años, un encomiable amor por el trabajo. Junto al jefe de cocina, Aurelio Calderón, visita cada mañana el mercado para asegurarse de que la materia prima es de primera calidad, y al mediodía no tiene empacho en vestirse la chaquetilla blanca y servir las mesas como uno más.

La carta es un repaso a las especialidades más tradicionales de la gastronomía patria: callos, cocido, churrasco, rabo de toro, gambas al ajillo, lubina al horno, angulas, arroz con leche... Platos que se presentan sin un atisbo de impostura: aquí no hay deconstrucciones, ni esferificaciones, ni cocina molecular, ni estrellas Michelín.

La entrada más célebre son los huevos estrellados, de gallinas criadas al aire libre y que se disponen en una fuente sobre una cama de patatas fritas. El propio camarero los parte, derramando una yema anaranjada que impregna y reblandece todavía más las patatas. Una ceremonia con menos pompa que la que gastaba el bueno de Cándido al partir el cochinillo con el canto del plato, pero que ha quedado en el imaginario popular y que ha conseguido lo imposible: pagar 12 euros (más IVA) por tres huevos y que encima te quiten el placer de romperlos tú mismo.

Decorado con paredes de ladrillo y baldosas de cerámica, con una hilera de jamones presidiendo la barra de la entrada, Casa Lucio es lo más opuesto a un restaurante de diseño. El servicio es rápido y algo engolado, salvo cuando aparece el propio Lucio, que lo mismo cuenta un par de chistes verdes que recrimina al cliente: «Hay que comerse esas patatas también, que están muy ricas».

La bodega, dominada por Rioja y Ribera del Duero (el vino de la casa es un Cvne Reserva 2011), apenas tiene presencia gallega.

Ficha

DE 50 a 70 ? Madrid. Cava Baja, 35 Tel. 913 658 217 / 913 653 252

Cierra en agosto