Los jueces apuestan por la libertad vigilada para reinsertar a los menores

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Delincuencia de menores
La Voz

Los datos de la Fiscalía constatan un descenso de los delitos de violencia familiar, tanto doméstica como de género, cometidos por adolescentes de hasta 18 años

19 oct 2015 . Actualizado a las 08:26 h.

La estadística es clara. Un total de 759 menores, un 11,43 % menos que el año anterior, tuvieron que ponerse delante de un juez el año pasado tras haber cometido un delito. Y de ellos, a 674 (433 por haber cometido un delito y 241 por una falta) les fue impuesta alguna de las 688 medidas correctoras dictadas por el juez. La más popular: la libertad vigilada, elegida en 219 casos. El descenso de adolescentes de hasta 18 años enjuiciados es más acusado incluso al compararlo con el 2008. Entonces, como muestran los datos recogidos en el Informe de Menores en el 2014, elaborado por la Fiscalía Superior de Galicia a partir de la Memoria Anual 2015, fueron 1.321 los que tuvieron que enfrentarse al veredicto de un magistrado.

Aunque la mayoría lo hacen para dar cuenta de presuntos delitos de lesiones, hurto, robo con fuerza o daños, la violencia doméstica es aún el quinto delito en el que más expedientes fueron incoados. Este último es un asunto que preocupa cada vez más a padres y educadores.

Violencia filio-parental

En una reciente entrevista publicada por La Voz, el psicólogo y ex Defensor del Menor de Madrid, Javier Urra, hablaba de que un en un congreso de violencia filioparental celebrado en abril había trascendido el dato de que un 9 % de los padres sufrían golpes, pero un 40 % eran víctimas de violencia emocional. Pero esa realidad no parece recogerse en la estadística judicial. Porque el número de delitos con la violencia doméstica cometidos por menores descendieron en un 29,79 % en un año. Bien es cierto que, como asegura una de las trabajadoras de la asociación Arela, para los padres es un delito muy complicado de llevar a la Fiscalía. De ahí que buena parte de ellos no lleguen a denunciarse, muchas veces por vergüenza.

Al analizar los datos del informe hay varias preguntas que se plantean. ¿Hay menos denuncias? ¿O son el resultado de unas medidas correctoras que funcionan? La Fiscalía las responde en su informe: «Esta bajada puede estar causada por el paralelo descenso de procedimientos llevados a cabo entre el 2008 y el 2014, además de la influencia del éxito de las soluciones extraprocesales alcanzadas, que evitan la celebración del juicio».

Las medidas correctoras están directamente relacionadas con el delito o la falta cometida. Aunque la diferencia entre ambos ya no se aplica tras la entrada en vigor este verano del nuevo Código Penal, al analizar la estadística del 2014 hay que hacer aún la distinción. En los procesos relacionados con menores las medidas que pide la Fiscalía están respaldadas por un equipo técnico del juzgado de menores que colabora con el fiscal en la investigación de los hechos.

Este grupo está formado por psicólogos, trabajadores sociales y otros especialistas. Lo que hace es elaborar una propuesta orientativa, producto de un profundo análisis de las condiciones que rodean a la realidad familiar y social del menor, además de aquellos que pueda ayudarle. «El informe es orientativo y no vinculante, pero la Fiscalía y el Juzgado suelen tener muy en cuenta lo que dice el equipo técnico», explican fuentes del ministerio público.

Entrevista en Menores

Además, añaden fuentes del departamento de Menores de la Xunta de Galicia, «una vez que el juez ha dictado sentencia aquí les hacemos una entrevista para determinar qué programas concretos de apoyo son los más adecuados para su reinserción».

En Galicia, en línea con lo que ocurre en el resto del Estado, la medida impuesta a los menores condenados más utilizada es la libertad vigilada. De las 688 que fueron adoptadas durante el 2014, 219 fueron de ese tipo frente a 129 que pedían un internamiento en establecimiento de régimen semiabierto o las 62 de prestaciones en beneficio de la comunidad. El régimen de internamiento es una de las menos recurrentes, solo fue impuesta en 24 casos, un 3,49 % de las totales. A juicio de la Fiscalía «la libertad vigilada es la que mejor se adapta a una reeducación del menor y permite ir arreglando los problemas que van surgiendo en ese proceso». De ahí su apuesta por ella.

Aplicación de la medida

La medida implica un control permanente del menor en asuntos de la vida cotidiana como ir a clase o al trabajo. Puede permanecer en su casa pero también ha de cumplir con una serie de pautas socioeducativas de acuerdo con un programa de intervención elaborado por los profesionales y que ha de estar aprobado por el juez.

Las obligaciones estrictas que ha de cumplir son, por ejemplo, mantener entrevistas con un profesional establecidas en el programa de seguimiento y cumplir las reglas de conducta impuestas por el juez. Entre otras cosas, han de ir al centro docente con regularidad y justificar las faltas, someterse a programas formativos, culturales, educativos... Tampoco podrán ausentarse de su domicilio a menos que tengan una autorización judicial.

Un mínimo de infractores en el océano de la generación selfie

La mayoría no lo pensaron dos veces. Actuaron y cometieron un error que los llevó a tenerse que sentarse ante un juez. El número de menores a los que se les han aplicado medidas correctoras en Galicia es mínimo dentro del conjunto de su generación. Representan el 0,7 % de los 84.279 adolescentes de entre 14 y 18 años que hay en la comunidad, los componentes de la apodada como generación selfie.

Los jóvenes gallegos de esa edad han nacido con las nuevas tecnologías, pero también les ha tocado vivir lo peor de la crisis justo cuando daban el paso de la niñez a la adolescencia. Un informe reciente hablaba de la pobreza afecta en Galicia a 18.000 familias con hijos menores.

Los que acostumbran a tratar con estos muchachos en las charlas que dan en colegios e institutos, como la trabajadora de Arela, Ana Pérez, hablan de una generación que en líneas generales muestra interés por las cosas, es una generación curiosa que se sorprende de que haya menores como ellos que puedan levantar la mano a sus padres.

Nueva forma de relación

La gran característica de estos jóvenes es que, a la hora de relacionarse, han cambiado la calle por esa otra plaza virtual que es la red. Ahí tienen relaciones, manifiestan sus celos... navegan en ese mar interminable como peces en el agua y muchas veces anteponen charlas virtuales a un tú a tú. Pero saben ser solidarios, participar en actividades colectivas, hacen deporte...

También es verdad que cada vez empiezan antes a beber. Un estudio realizado por la USC apunta que un 44,2 % de los jóvenes de entre 14 y 18 años consume alcohol al menos una vez al mes. Pero su índice de abandono escolar se ha reducido. En el último trimestre del 2014 descendió hasta el 14,5%.

¡Ojo con subir fotos a Internet!

La generalización de las nuevas tecnologías y, en concreto, la popularización del los smarthphones entre los adolescentes han traído aparejada la aparición de nuevos delitos que, en algunos casos, no son percibidos como tal por los propios adolescentes. El acoso a través de las redes sociales como el Facebook o por WhatsApp. El envío de fotos comprometidas es una de las acciones más comunes. De hecho, el informe de la Fiscalía correspondiente al 2013 ya hablaba de un aumento de este tipo de conductas que, en la mayor parte de los casos, no constituyen tampoco delitos graves.

Para prevenirlas lo que indica es que hay que hacer una profunda labor educativa en los colegios como ya se está haciendo por parte de organismos como la Guardia Civil o la Policía Nacional e incluso la Fiscalía.