Parques infantiles de alto riesgo

redacción / la voz

SOCIEDAD

No son mayoría, pero algunas zonas de recreo gallegas dan la razón a la Defensora del Pueblo cuando alerta de que no cumplen las «mínimas normas de seguridad»

05 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, se quejaba la pasada semana en el Senado de que los parques infantiles españoles no tienen unas «mínimas normas de seguridad» que cumplir. Aclaraba que eso no es cierto en Galicia y Andalucía, comunidades donde hay normativa en ese sentido. Sin embargo, un paseo por las villas gallegas da la razón a Becerril: de vez en cuando aparecen parques en mal estado, desde poco cuidados a totalmente abandonados o incluso peligrosos. Y pocos son los que cumplen, tal y como explicaba la Defensora del Pueblo, las condiciones para que niños con alguna diversidad funcional acudan a ellos. Con todo, los padres gallegos tienen una primera queja antes que los desperfectos y la desigualdad: los parques gallegos necesitan zonas cubiertas para poder ser usados durante la mayor parte del año.

En cuanto a los desperfectos, hay de todo tipo, incluso el vacío. En A Tolda de Castela, en la ciudad de Lugo, hay un vallado de madera y un letrero propios de parque infantil, e incluso hay arena, pero ni rastro de ningún juego; el concello retiró columpios y otros divertimentos.

En Ferrol los parques están bastante bien, excepto tal vez el de San Xoán, con las piezas oxidadas y gravilla en el suelo. En A Coruña tampoco destaca ninguna zona por su mal estado.

Sí hay algún problema en la Costa da Morte. Por ejemplo, en A Campara (Ponteceso) está uno de los peores ejemplos de la comunidad: un parque sin cierre, con todos los elementos rotos y una fuente herrumbrosa.

Las cosas están mejor en Santiago, aunque el ayuntamiento ha destinado una partida para renovar 23 de los 50 parques infantiles, como el de A Trisca (cerca de San Pedro), donde se repondrá el balancín, los columpios y la red de un «castillo».

Algo más al sur, en Noia, en pleno paseo marítimo, hay un juego al que le faltan escaleras y, para evitar accidentes, los extremos se han «protegido» con vallas de obras. Es difícil encontrar algo más peligroso, aunque en Brión (en la parroquia rianxeira de Leiro) puede que lo hayan conseguido, con un espacio tomado por la hierba y con juegos rotos y oxidados. Cerca de allí, en Ribeira, los niños de Deán Pequeno lo tienen difícil para echar unas canastas en un espacio olvidado desde hace tiempo.

A veces no es el uso el que causa desperfectos, sino los vándalos. Ocurrió en el paseo fluvial de Rodeiro (Pontevedra), donde apareció un juego roto antes de haberse inaugurado el parque. En O Piñeiriño, en Vilagarcía, además de tener juegos «reciclados» (esa al menos fue la denuncia de los vecinos durante la campaña electoral de mayo) la maleza amenaza con hacer imposible jugar de forma segura.

Y en Ourense ciudad hay cien áreas infantiles, la mayoría en buen estado aunque algunas, como la de la calle Concello, en el centro, está algo abandonada.

Realizado con información de Rocío Pita, Marga Mosteiro, Álvaro Sevilla, Rocío Ramos y Cándida Andaluz.