La captación de CO2 en veinte años acelera la acidificación del Atlántico

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Efe

Un estudio liderado por científicos vigueses alerta del riesgo para los moluscos

19 mar 2019 . Actualizado a las 18:46 h.

El océano es una gigantesca esponja. Gracias a la captación que realiza del dióxido de carbono liberado a la atmósfera tras la quema de los combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas) para producir electricidad, el cambio climático que experimenta el planeta puede ser aún asumible. Pero este efecto benéfico presenta una importante contrapartida: el mar se está acidificando progresivamente a pesar de su alcalinidad, lo que supone una amenaza para la biodiversidad marina, especialmente para los organismos con concha como los moluscos. Desde la Revolución Industrial, hace 150 años, los océanos han absorbido el 30 % de los gases de efecto invernadero, en torno a unas 155.000 millones de toneladas de CO2. Un ritmo 100 veces más rápido que el que se haya producido en al menos los últimos 20 millones de años.

Esta progresiva acidificación acaba de ser constatada ahora en el océano Atlántico en el estudio más completo que se haya realizado sobre los cambios en el nivel de pH registrados en los últimos veinte años, entre 1993 y el 2003. Es una investigación internacional publicada en la revista científica Pnas y liderada por el Grupo de Oceanología del Instituto de Investigacións Mariñas de Vigo (CSIC). La conclusión es contundente: todas las masas de agua, desde las zonas más profundas hasta las capas superficiales, tanto en el Atlántico norte como en el sur y el ecuatorial, se han visto afectadas por la acidificación. Y el principal responsable de esta situación es la captación de dióxido de carbono antropogénica, la emitida por la actividad humana en sus procesos industriales. Así lo explica Aída Fernández Ríos, la autora principal del trabajo, que destaca que la mayor concentración de CO2 antropogénico se produce en las zonas más superficiales del sur, en profundidades de hasta mil metros.

«Amenaza seria»

«Es una amenaza seria», advierte Fernández Ríos. El gas acumulado cambia la química del agua, ya que al reaccionar con ella forma ácido carbónico, que a través de una serie de reacciones químicas libera iones de hidrógeno, con lo que disminuye el pH y el carbonato, la molécula utilizada por decenas de miles de especies marinas para formar sus conchas, caparazones y esqueletos. Este proceso es ya una realidad, según se ha constatado en experimentos controlados en laboratorio con mejillones y otros bivalvos realizados en el Instituto de Investigacións Mariñas y en otros centros, en los que se ha visto que estos moluscos se descalcifican hasta llegar a perder en algunos casos el 25 % de su escudo calcáreo.

«Hacen falta aún más estudios para constatar los efectos, pero lo que está claro es que la reducción del PH del mar es un problema para los organismos de caparazón calcáreos y puede producir una disminución de la biodiversidad marina», apunta Fernández.

La revolución industrial puso fin a 1.800 años de enfriamiento del mar

Un estudio publicado en Nature Geoscience sobre las variaciones de la temperatura oceánica en el que ha participado la Universidad Autónoma de Barcelona revela que, tras 1.800 años de enfriamiento del mar por la magnitud y frecuencia de las erupciones volcánicas, la revolución industrial motivó un cambio de tendencia que pudo ser el inicio del cambio climático actual.

Las temperaturas más bajas se registraron entre los siglos XVI y XVIII, un período conocido como la Pequeña Edad de Hielo.

Estudios previos indicaban que las explosiones volcánicas provocaron el enfriamiento de la atmósfera, pero este constata que los océanos pueden absorber y capturar más calor que la atmósfera durante períodos de tiempo más largos, atenuando los cambios en la temperatura global.