«Te miran distinto. La primera frase que suele soltarte la gente es 'por algo estás ahí»

SOCIEDAD

XOÁN A. SOLER

Cuatro jóvenes tutelados cuentan el vértigo que supone cumplir los 18 años y salir al mundo sin el soporte y la ayuda que dan una familia 

09 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Han tenido el inconveniente de no haber tenido una familia normal. José Antonio García, Ibrahim Arbib, Luis Enrique Quique Chamizo y Xabier Rubio fueron jóvenes tutelados en Galicia, Cataluña, Madrid y Baleares. Ayer contaron su experiencia en el primer encuentro internacional Jóvenes e Inclusión. Alguno conoció el primer centro de menores con tan solo tres años, como José, de Allariz; otros, algo más tarde. Pero todos vivieron el vértigo que supone cumplir los 18 años y salir al mundo sin el soporte y la ayuda que dan una familia. «Aunque educadores, pedagogos y psicólogos intenten apoyarte, tu sabes que vas a estar solo. Es decir, son trabajadores, no pueden vincularse como tus padres. Sabes que tienes un tiempo limitado, debes formarte mucho más rápido que cualquier otra persona en lo social y en lo personal», explica José.

Quique recuerda ese día: «El día de mi 18.º cumpleaños a las 9 de la mañana estaba fuera del centro. Estás comiéndote las uñas sabiendo que ese día tu ya no perteneces a eso, y le vas dando vueltas a la cabeza sobre qué puedes hacer. Lo que haces es por instinto de supervivencia».

Porque a veces la salida del centro de menores no es del todo fácil. Xabi no tuvo un final feliz a los 18 años, pero ahora, con 28, no solo ha vuelto a tener contacto con el centro, sino que es referente para un menor internado. «Se acercan los 18 y piensas, aquí me van a dar la patada, y te pones nervioso. Empiezas a portarte mal, porque sabes que, te portes bien o mal, mañana te vas».

Son las víctimas. Fueron niños de hogares problemáticos (que no ellos), y además deben sobrellevar el estigma de ser niños tutelados. «Te miran distinto. Lo primero que te preguntan es qué has hecho», dice Quique. Todos sus compañeros coinciden: «La primera frase que suele soltar la gente es 'por algo estás ahí'. Más nos han hecho a nosotros de lo que hemos podido hacer», insisten.

«Sabemos qué no es familia»

Pero han sabido buscarse su familia. «Para mí está demostrado que no todo es la sangre. Nosotros hemos tenido el ejemplo de tener que renunciar a una familia que se nos ha adjudicado, y hemos podido elegir después a la nuestra», dice Quique. José asegura que en ese aspecto tienen una ventaja en relación a otros jóvenes: «Nosotros sabemos lo que no es una familia, tenemos el ejemplo de lo que nunca debes hacer. Para mí, personalmente, algo que va a tener un valor enorme algún día si pasa es ser padre; si tengo un hijo intentaré que no sufra lo que he sufrido yo».

Ibrahim añade la madurez como algo que han adquirido con más rapidez. «Aprendemos muchas cosas en el día a día que un chico que está viviendo con sus padres no aprende». Xabi añade: «Incluso cómo ves a las personas. Noto que mis amigos se quedan más atrás y tú estás más avispado, ves cuándo puedes confiar en la gente y cuándo no».

Ibrahim estudia un ciclo superior de Química. Xabi trabaja en un ayuntamiento y estudia por las tardes otro ciclo superior. José trabaja como coctelero y barman en una cafetería y Quique en una compañía telefónica pequeña. Los cuatro han sabido integrarse social y laboralmente en la sociedad, y saben lo difícil que es conseguirlo sin apoyo.