La vacuna de la tuberculosis también previene otras infecciones infantiles

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

CHUS

Pediatras gallegos prueban que reduce en un 40 % las hospitalizaciones por enfermedades respiratorias

04 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La reducción de la mortalidad infantil llevaba varios años bajando en varios países de África en niños vacunados contra la tuberculosis sin que el descenso pudiera atribuirse de forma directa a la reducción del número de infectados por la enfermedad. Algo no encajaba. Fue entonces cuando los especialistas empezaron a advertir que la vacuna no solo defendía al organismo contra la tuberculosis, sino que también protegía de otras infecciones, algo que se probó en el 2013 cuando se identificó el mecanismo molecular que provocaba esta benéfica acción.

Si el mismo efecto se producía en Europa o en otros países desarrollados era imposible saberlo, porque la vacuna contra la tuberculosis se eliminó desde hace unos cuantos años del calendario oficial. Lo mismo ocurrió en España, donde se excluyó en 1982. Pero no en todas las comunidades, ya que el País Vasco continuó con su implantación en solitario. «Teníamos ante nosotros una oportunidad que no podíamos dejar escapar», explica Federico Martinón-Torres, jefe de Pediatría Clínica e Infectología en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS). Y no lo hicieron. El grupo de investigación traslacional de Genética, Vacunas Infecciones y Pediatría (Grenvip) que dirige asumió el reto y analizó todas las hospitalizaciones infantiles, de 0 a 14 años, que se produjeron en España entre 1992 y el 2011. Casi medio millón, una estadística lo suficientemente relevante para detectar si existía alguna diferencia significativa entre el País Vasco y el resto de España. Sí las había, y muy importante: la tasa de hospitalización por enfermedades respiratorias en esta comunidad fue un 40 % menor, mientras que los ingresos por sepsis se redujeron en un 35 %. Más destacado aún fue lo ocurrido a los menores de entre 5 y 9 años, entre los que las infecciones respiratorias disminuyeron hasta en un 70 %.

Este descenso tiene su explicación en los efectos de la vacunación contra la tuberculosis, que no solo protege frente a la enfermedad para la que fue concebida, sino que también estimula la primera línea de defensa del sistema inmune para entrenar al organismo frente a otras infecciones. El primer estudio sobre este efecto que se ha probado en un país desarrollado, cuyas conclusiones se publican en la revista científica Clinical Infectious Disease Journal, «replantea el interés que puede tener este tratamiento frente a otras enfermedades para las que no había sido diseñada», apunta Martinón-Torres, que también dirige un ensayo clínico en el hospital de Santiago para comprobar si la terapia preventiva contra el neumococo podría ofrecer una potencialidad similar a la de la tuberculosis.

La pediatra María José de Castro López, que también participó en el estudio, incide en este mismo argumento. «Os resultados deste traballo -señala? avivan o debate sobre se os sistemas de saúde que deixaron de administrar a vacina da tuberculose en países con baixa incidencia da enfermidade deberían reconsiderar o seu emprego rutinario a tenor destes resultados».

La actual vacuna contra la tuberculosis previene contra las formas invasoras de la enfermedad (meningitis tuberculosa o meningitis biliar), pero ya no es efectiva contra la pulmonar, su forma más frecuente. De ahí que laboratorios de todo el mundo estén a la búsqueda de un nueva vacuna, entre ellos un equipo español que la fabricará en las instalaciones de Biofabri, en Porriño.