El niño de Olot tenía sus órganos vitales destrozados por la difteria

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SOCIEDAD

ALEJANDRO GARCÍA | Efe

Sus padres autorizan la autopsia para ofrecer nuevas pistas de la enfermedad

28 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Pau ha muerto. Casi un mes después de que fuera ingresado en el hospital Vall d?Hebron, el primer diagnosticado por difteria en España en los últimos 28 años no ha podido resistir el fallo multiorgánico provocado por la toxina que libera la bacteria. Tenía afectadas las funciones respiratorias, cardíacas y renales, necesitaba respiración asistida, estaba conectado a un riñón artificial y llevaba varios días con circulación extracorpórea. El niño de Olot, de seis años, no había sido vacunado por la voluntad de sus padres, que luego se arrepintieron de su decisión en un caso que ha avivado el debate sobre la necesidad de obligar a los padres a inmunizar a sus hijos para evitar no solo el riesgo para ellos, sino también para otros niños.

De esta manera también se frenaría el movimiento de los antivacunas, que en España goza de un escaso predicamento, pero que existe. Los profesionales médicos y el propio Ministerio de Sanidad abogan, sin embargo, por seguir manteniendo el actual sistema, en el que se recomienda el tratamiento preventivo, pero no se impone. En esta polémica ahondó ayer el consejero de Salud de Cataluña, Boi Ruiz, quien lanzó un mensaje advirtiendo del peligro que encierran los mensajes de aquellos que «ponen en cuestión la eficacia de las vacunas».

Su mensaje también fue contundente. «Queremos -dijo- hacer un llamamiento a los padres: que vacunen a sus niños». «Una vacuna -añadió- como cualquier otro medicamento tiene un riesgo y una eficacia. No hay nada que tenga riesgo cero. Lo que no puede ser es utilizar el hecho de que el riesgo cero no existe para crear un temor a los padres respecto a la vacuna, porque es el único remedio a la enfermedad».

El foco inicial se desconoce

Un mes después de que saliera el caso a la luz aún se desconoce cuál es el foco que originó la victoria, algo que muy probablemente no se llegará a saber, y si fue Pau el que contagió a sus compañeros de campamento o si fue alguno de estos el que lo infectó a él. De momento, ocho de los diez que portan el bacilo, aunque no fueron infectados porque estaban vacunados, siguen a tratamiento con antibióticos recluidos en sus domicilios hasta que la toxina desaparezca totalmente de su cuerpo.

Los médicos están a la espera de la autopsia que se ha practicado al niño de Olot, con la autorización de sus padres, ya que podría aportar nuevos datos sobre esta enfermedad infecciosa. Sobre todo si se tiene en cuenta de que el último caso en España fue diagnosticado en 1987.

El tratamiento para el pequeño, de hecho, tuvo que ser importado desde Rusia, uno de los pocos países europeos en los que aún existen casos puntuales de la patología.

Los pediatras insisten en la necesidad de reforzar el refuerzo de las vacunas

La Asociación Española de Pediatría (AEP) trasladó su pesar por la muerte del niño de 6 años de Olot (Gerona) enfermo de difteria y señala que, aunque más del 95 % de los menores de un año están vacunados, las dosis de refuerzo «deben ser mejoradas». Los especialistas expresan en su comunicado su «más sentido pesar» a la familia del menor y subrayan que, en estos momentos, los médicos deben estar con los familiares «escuchando, acompañando y comprendiendo su dolor». También hicieron un llamamiento a la tranquilidad a la población.

La AEP destacó la labor de los profesionales que se han enfrentado a una enfermedad «casi desconocida y de difícil sospecha», así como de los sanitarios que «han hecho todo lo posible para intentar que el pequeño se recuperase». Reconoció, además, las gestiones llevadas a cabo por las autoridades sanitarias para conseguir los recursos terapéuticos con los que tratar la enfermedad.

Recordó que, aunque más del 95 % de los menores de un año se encuentran vacunados contra la difteria y la dosis de refuerzo que se administra el segundo año de vida «casi alcanza esta cifra», las dosis de refuerzo que se ponen entre los 4 y los 16 años «deben ser mejoradas». «Este nivel de inmunización individual y colectiva ha de servir para transmitir un mensaje de tranquilidad a las familias», apunta la asociación que, no obstante, advierte que en la prevención de las enfermedades infecciosas «nunca se debe bajar la guardia».