¿Un instrumento de tortura o el asiento de avión definitivo para dormir durante el vuelo?

La Voz P. V.

SOCIEDAD

Boeing ha patentado la «cuddle chair», un dispositivo que se convierte en una improvisada cama como las de masaje que permitiría tener un sueño más placentero durante el viaje

16 abr 2015 . Actualizado a las 21:01 h.

No es fácil dormir en un avión. Al menos sin estar después varios días resintiéndonos de los dolores de cuello. Todos intentamos lo imposible para sobrevivir sin daños a esa pequeña cabezadita en vuelos cortos o para la odisea de la postura perfecta en los trayectos transoceánicos.

Primero inclinamos el asiento hacia atrás atrás, para disgusto de nuestros vecinos traseros; luego intentamos acomodar la cabeza, primero en posición recta, luego a la derecha, después a la izquierda y, si tenemos la suerte de viajar en un asiento con orejeras, puede que incluso encontremos el punto perfecto donde la gravedad no empuje nuestra cabeza hacia abajo y nos despierte súbitamente. Sea como sea, y aún ayudados por una almohada hinchable, el dolor de cuello está garantizado. Después estiramos las piernas por debajo del asiento delantero, aunque llegado un momento, hartos de la postura, nos encogemos y apoyamos parte de la rodilla en el asiento delantero, esta vez para disgusto de nuestros vecinos de delante. A veces conseguimos hacernos un perfecto ovillo con todas las partes de nuestro cuerpo encima de nuestro propio sillón desafiando la gravedad. Pero entonces, empiezan a dormírsenos las piernas. Y vuelta a empezar.

Por eso, cualquier iniciativa que tenga por objeto acabar con esta situación, como la que ha inscrito en la Oficina de Patentes de Estados Unidos la constructora de aviones Boeing, siempre es bienvenida. Bienvenida, aunque el resultado final se parezca más un instrumento de tortura medieval que a un dispositivo que nos hará el sueño durante el viaje más placentero.

La patente en cuestión presenta lo que ellos llaman la «cuddle chair» (algo así como la «silla que abraza»), un aparato que se le presenta al pasajero en forma de mochila de plástico (que podría estar debajo del propio asiento) que el viajero tiene que desmontar como si de un Transformer se tratase para formar el verdadero artilugio.

Entonces, el «cariñoso» dispositivo se engancha a dos amarres situados a la altura de nuestra cabeza a ambos lados del respaldo del asiento y se pone encima de nuestras rodillas. A partir de este momento, lo único que tenemos que hacer es echarnos hacia adelante en lo que ahora es una especie de camilla de masaje. De esta forma, introducimos nuestra cabeza en un agujero acolchado y apoyamos nuestro pecho en el también mullido colchoncillo que recubre la parte delantera de la «cuddle chair».

Todavía no se sabe si la patente de Boeing llegará a hacerse una realidad práctica, pero al menos, podemos soñar con, algún día, tener unos sueños más placenteros mientras sobrevolamos la Tierra.