El papa recibe a 150 sintecho y los lleva a ver la Sixtina

íñigo domínguez ROMA / COLPISA

SOCIEDAD

MUSEI VATICANI / ANSA / CLAUDIO PER | EFE

«¡Bienvenidos, esta es la casa de todos, vuestra casa, las puertas están siempre abiertas para todos!», dijo Francisco I

27 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

No hay imágenes de la última idea de Francisco para mostrar una nueva cercanía del Vaticano a los pobres: invitarles ayer a visitar la capilla Sixtina y después a cenar en el museo. Hay que imaginarse por tanto a 150 vagabundos de Roma mirando absortos los frescos de Miguel Ángel, e impresiona pensar lo mucho que se habrá parecido la escena a la película de Buñuel, Viridiana, donde una monja abre el palacio familiar a los pobres y emula una cena similar a la de Leonardo da Vinci. Era 1961 y el Osservatore Romano masacró entonces el filme como un sacrilegio, pero parece que ya no es para tanto.

«¡Bienvenidos, esta es la casa de todos, vuestra casa, las puertas están siempre abiertas para todos!», dijo el papa a sus invitados con una aparición por sorpresa en la capilla Sixtina. Les saludó uno por uno y les pidió que rezaran por él: «Necesito la oración de personas como vosotros». Le escuchaban atónitas estas 150 personas sin hogar fijo, elegidas en las calles próximas.

El limosnero vaticano, el polaco Konrad Krajewski, organizó la visita estos días repartiendo invitaciones a los que iba encontrando. Algunos de ellos han contado su emoción porque nunca habían podido permitirse entrar a los museos, y al salir describieron una experiencia «maravillosa». Desde luego este papa es como de película de Frank Capra y milagros como los de ¡Qué bello es vivir!

Desde que llegó Bergoglio se ha ido formando un gran círculo de indigentes que empieza a resultar familiar en el Vaticano. Francisco les ha puesto duchas en la columnata de Bernini, con peluquería, y ha distribuido cientos de paraguas y sacos de dormir. También ha invitado a desayunar a algunos de ellos, y en enero autorizó incluso que uno fuera enterrado en el pequeño cementerio de la ciudad vaticana.

Mendigos repartiendo la Biblia

El último detalle ocurrió el domingo: unos 300 mendigos ayudaron al papa, a monjas y a curas a repartir 50.000 evangelios en la plaza de San Pedro.

La visita de ayer fue en tres grupos, cada uno con un guía. Recorrieron los Museos Vaticanos y luego, de propina, los jardines. Todo sin nadie que les molestara, pues el recinto está cerrado al público por la tarde. Normalmente esto es un privilegio de pocos. La pinacoteca reserva las tardes a visitas privadas para quien pueda pagarlas, una parte más de la mayor fuente de ingresos de la Santa Sede: 96 millones de euros al año.