Cuando no sabíamos que el cielo era azul

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN

SOCIEDAD

SPENCER PLATT | Afp

Ni en la Ilíada ni en la Odisea aparece el nombre del color azul, que hasta hace 4.500 años no se usaba. Solo los egipcios, que tenían tinte de ese tono, contaban con la palabra en su vocabulario

04 mar 2015 . Actualizado a las 22:00 h.

El color azul no se menciona ni una sola vez ni en la Ilíada ni en la Odisea. Y no es que Homero tuviera problemas a la hora de enumerar cosas, no hay más que recordar el catálogo de las naves al acecho de Troya, sino que para entonces la definición de azul no era algo tan sencillo. Por ejemplo, en el texto el poeta decía que el mar era «oscuro como el vino» y para cantar la guerra de Troya aludió 200 veces al color negro y 100 el blanco, el rojo aparece 15 veces y apenas hay 10 menciones del amarillo y el verde. 

La cuenta la hizo William Gladstone, el primer ministro británico amante de la obra de Homero, que la extendió hacia otras obras griegas y descubrió que la palabra azul simplemente no aparecía. Poco después un filólogo alemán, Lazarus Geiger, realizó un estudio sobre la secuencia de la adquisición de los términos de los colores, y no hizo más que refrendar el hallazgo fortuito de Gladstone: ni en las sagas islandesas, ni en los himnos védicos hindúes, ni en las historias chinas o en la versión en hebreo de la Biblia y la más antigua del Corán aparecía el término azul. 

En todas las culturas, según Jules Davidoff, profesor de neuropsicología en la Universidad de Londres, los nombres de los colores aparecen en el mismo orden: primero blanco y negro, claro y oscuro; después, siempre aparece el rojo, casi por definición vinculado a la sangre, y más tarde el amarillo y el verde. Davidoff hizo un experimento con la tribu Himba, en Namibia y descubrió que ellos no tenían muy claro cuál era el color azul, lo confundían con el verde y, por supuesto, no tenían una palabra para ese color. Para comprobar cuál era la situación, hizo un experimento: les enseñó un círculo con colores dispuestos como las horas de un reloj: 11 eran verdes y solo 1 azul. Les costaba muchísimo trabajo distinguirla, y había constantes equivocaciones.

Los voluntarios de la tribu Himba tenían que decir qué cuadrado era azul en ese grupo. Se equivocaban muchas veces
Los voluntarios de la tribu Himba tenían que decir qué cuadrado era azul en ese grupo. Se equivocaban muchas veces Jules Davidoff

Curiosamente, los Himba tienen un montón de términos para describir el color verde y al hacer la misma prueba con cuadrados verdes, fueron capaces de distinguir a la primera el que era distinto de los demás y que para un ojo occidental no resulta nada obvio.

El experimento con la tribu Himba incluía la selección de un tono de verde ligeramente diferente al resto. Los voluntarios del experimento no fallaron a la hora de decidir cuál era el tono distinto
El experimento con la tribu Himba incluía la selección de un tono de verde ligeramente diferente al resto. Los voluntarios del experimento no fallaron a la hora de decidir cuál era el tono distinto davidoff

La ubicación del tono diferente de entre los verdes no es tan fácil de encontrar para el ojo poco acostumbrado a diferenciar este color
La ubicación del tono diferente de entre los verdes no es tan fácil de encontrar para el ojo poco acostumbrado a diferenciar este color davidoff

La historia la rescató estos días una revista, Business Insider Australia, a raíz del polémico vestido que dio la vuelta al mundo en Internet. Y una emisora, Radiolab, habló con el lingüista de Cambridge Guy Deutscher, autor de dos libros sobre el idioma y los sentidos -A través del espejo del idioma y El despliegue del lenguaje-  sobre el mismo asunto, Él le dijo que cuando su hija Alma era pequeña, le preguntó que de qué color veía el cielo, y ella le respondió primero que era incoloro, después lo pensó mejor y lo definió como blanco y finalmente llegó al azul.

Son experimentos que demuestran dos cosas: que tal vez haya una razón más allá de la luz para explicar el fenómeno del vestido y que, como ya decía Umberto Eco, el nombre es el que define a la rosa.