«Cada semana me salva la vida»

Toni Silva A CORUÑA / LA VOZ

SOCIEDAD

CÉSAR DELGADO

Una perra dálmata percibe los bajones de azúcar de su dueño, un gallego enfermo de hipoglucemia, al que avisa con golpes, lametones o ladridos

01 feb 2015 . Actualizado a las 18:34 h.

La esperanza de vida de los perros ronda los doce años. Así que a Yani, una dálmata nacida en el 2012, le quedan casi diez por delante. El dato puede resultar inane, soso, obvio. Pero para Javier (nombre ficticio) supone una esperanza de vida de al menos una década. Los expertos han desarrollado en esta perra una capacidad latente en algunos animales: detecta los golpes de hipoglucemia, mortales si afloran cuando el enfermo se encuentra durmiendo. Así que Yani es el salvavidas de Javier, enfermo crónico, un habitual de las clínicas y con un aspecto futurista por la densidad de cables, artilugios y cargas de insulina que asoman bajo su ropa.

El adiestrador canino Octavio Villazala fue el responsable de preparar a esta dálmata dócil, «que desarrolla su trabajo de vigilancia mejor de lo esperado». A través de la sudoración o el aliento de Javier, Yani puede detectar una crisis de hipoglucemia. «Es el mismo entrenamiento que se realiza con perros para localizar explosivos o psicotrópicos», relata el experto canino en Oza-Cesuras, donde tiene su instalación de cuidado y preparación de perros.

Yani es especial porque ha ido mucho más allá de lo que se le ha enseñado. Se la condicionó para que en los momentos críticos de Javier, avisara a este quedándose clavada en el suelo (en el caso de que la crisis sobreviniera durante un paseo), o ladrando con especial estridencia. Pero su catálogo de mensajes es mucho más amplio que el practicado con los adiestradores. «En muchas ocasiones me toca el brazo con la cabeza, me golpea con la pata, chasquea los dientes, y por supuesto, cuando estoy durmiendo me lame la cara y me ladra», relata el dueño de la perra.

Yani es capaz de percibir el bajón de azúcar media hora antes de que se produzca, lo que supone un alivio para Javier, de 37 años y enfermo desde los 20. «Los perros tienen un sexto sentido -explica Villazala-, pero aquí la clave del éxito es la perfecta unión que ha surgido entre ambos». Javier ratifica las palabras del experto canino: «Los médicos me dicen que no me aparte de la perra ni para ir al baño. En el hospital están perplejos con ella». Así se entiende que cada poco repita una frase como un mantra: «Esta perra es de lo que más quiero en la vida». Para ilustrarlo, recupera un episodio cercano en el tiempo. «El otro día, sin ir más lejos, me empieza a lamer con insistencia, pensé que estaba jugando, pero insistía e insistía, entonces me miré el azúcar y ya estaba en valores críticos. En cuanto me di la insulina dejó de lamerme. Cada semana me salva la vida. No falla nunca». Tampoco le falla Javier a la perra, que luce una higiene exquisita bajo el pequeño chaleco que cubre su lomo y en el que se puede leer «Perro de asistencia».

 

Cáncer de próstata

Cada vez se trabaja más el desarrollo de las potencialidades de estos animales que pueden detectar enfermedades. El propio Octavio Villazala forma parte de un equipo con sede en un hospital de Milán para detectar cáncer de próstata o de vejiga. «Aún estamos en los inicios, pero ya hay resultados interesantísimos, a través de las deposiciones de las personas los animales pueden descubrir enfermedades graves», concluye el experto canino.