La «nasa» gallega para capturar la metástasis atrae capital mundial

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Varias empresas se interesan en explotar el dispositivo que atrapa las células

27 ene 2015 . Actualizado a las 10:32 h.

La nasa gallega para atrapar las células metastásicas está un poco más cerca de convertirse en una realidad en beneficio de los pacientes oncológicos. La tecnología, desarrollada por los científicos Alexandre de la Fuente, Rafael López y Miguel Abal, del Instituto de Investigaciones Sanitarias de Santiago y que ya cuenta con una patente internacional, ha atraído la atención de empresas extranjeras dispuestas a apoyar el proyecto y los ensayos clínicos necesarios para poner la innovación en el mercado. Es la muestra del potencial de un dispositivo concebido para evitar la diseminación de las células tumorales a otros órganos del cuerpo, arrinconarlas en un punto determinado y eliminarlas con éxito a través de los tratamientos convencionales, como la cirugía, la radioterapia o la quimioterapia.

El procedimiento es sencillo en apariencia: las células circulantes causantes de la metástasis -las que permiten extender la enfermedad- son atraídas por un cebo, un cóctel de sustancias químicas, hacia una trampa, una especie de matriz o esponja donde se acomodan en lugar de seguir su ruta natural de dispersión. De ahí la similitud con las nasas. «Las células metastásicas acaban anidando en nichos que están preparados para recibirlas. Nosotros lo que les ofrecemos es un nicho artificial más favorable en el que puedan anclarse. A partir de ahí están localizadas y, cuando tenemos un tumor controlado se favorece su curación», explica Miguel Abal, uno de los responsables de un proyecto que ha sido probado con éxito en cultivos celulares y en animales de experimentación para el cáncer de ovario, aunque es probable que pueda extrapolarse a otros tumores.

El dispositivo es tan prometedor que los científicos han creado una empresa, NasasBiotech, una spin off del Sergas, a través de la Fundación Ramón Domínguez, y de la Fundación Barrié, las instituciones que hasta ahora han financiado la investigación para desarrollar el producto y poder llevarlo a la rutina clínica.

Fondos de capital riesgo

La Fundación Barrié, que apoya la iniciativa dentro de su fondo de ciencia, ha iniciado contactos con fondos de capital riesgo para reforzar la liquidez de la compañía y poder afrontar el reto de iniciar los ensayos clínicos en humanos, menos complejos que los de cualquier medicamento. Pero, aun así, es necesario un mayor presupuesto, de ahí que también se haya sondeado el mercado internacional para buscar un socio tecnológico y financiero con el que sacar adelante el mecanismo de captura de las células metastásicas. Los acuerdos de colaboración están avanzados con al menos tres empresas, de las que se seleccionará una.

A diferencia de otras iniciativas, en esta ocasión no se trata de una cesión de la licencia para explotar la patente del producto, sino de hacerlo conjuntamente. «Estamos en la fase de cruzarnos documentos legales previos a un acuerdo que aún no sabemos muy bien cómo concretaremos, porque el potencial de negocio del producto es muy alto», explica Javier López, director de la Fundación Barrié y encargado de las negociaciones. Todos los ensayos que se han realizado hasta el momento se han hecho de acuerdo con lo que marcan las agencias reguladores, FDA, de Estados Unidos, y la europea EMA, con el fin de obtener los permisos correspondientes para su aplicación clínica en el caso de que los ensayos en humanos tengan éxito.

«Es un dispositivo médico, no un medicamento, por lo que los ensayos clínicos son menos complejos», recuerda López, quien precisa que la trampa «no cura el cáncer, pero permite controlar su desarrollo, focalizarlo en un punto y atacarlo con los tratamientos convencionales».