Las clínicas gallegas acumulan más de cinco mil embriones congelados

Alfonso Andrade Lago
alfonso andrade REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Elkin Muñoz y su equipo de fecundación «in vitro» del IVI, el que más ciclos hace en Galicia.
Elkin Muñoz y su equipo de fecundación «in vitro» del IVI, el que más ciclos hace en Galicia. óscar vázquez< / span>

Los centros critican una ley que los maniata al limitar la donación y la investigación

21 dic 2014 . Actualizado a las 11:25 h.

Más de cinco mil preembriones humanos hibernan crioconservados a 196 grados bajo cero en contenedores de nitrógeno líquido de los principales centros de reproducción asistida de Galicia. Suponen al menos el 1,7 % de los más de 300.000 que se calcula que hay ya en España.

El acúmulo de embriones por excedentes de ciclos de fecundación in vitro (FIV) es mayor cada año a pesar de que algunos se utilizan cuando sus propietarios -las parejas- emprenden nuevos ciclos reproductivos. Muchos permanecen congelados con un destino incierto en los centros, que admiten un problema logístico que les obliga, de entrada, a ir adquiriendo contenedores. Los médicos critican el corsé que les impone la Ley de Reproducción Humana Asistida del 2006, que maniata a las clínicas, abocándolas a esa acumulación indefinida y a un debate ético inevitable.

La norma en vigor autoriza cuatro salidas para los preembriones crioconservados: uso propio, donación a terceros, empleo para investigación y destrucción por descongelado. Pero a la vez estrangula algunas opciones.

Así, las donaciones solo pueden hacerse si el embrión procede de una mujer menor de 35 años, «y esto es ridículo porque la mayor parte de las que acuden a la reproducción asistida son mayores no ya de 35, sino de 40», sentencia Javier Nadal, director del programa FIV-Barcelona y creador de la unidad de reproducción asistida del Centro Médico Teknon. Su libro Donación de embriones recoge los 262.911 crioconservados que había en España en el año 2012. «Hoy son más de 300.000, y en Galicia podéis andar cerca de 10.000», afirma.

Cantidades ingentes

Tampoco la investigación se libra de las cortapisas de la ley, que exige proyectos concretos para que las clínicas puedan derivar por ahí los embriones. «Pero no existen, así que es un callejón sin salida que conduce también «a la acumulación de cantidades ingentes de embriones en este país», sentencia Nadal.

El IVI de Vigo es clínica privada de referencia en reproducción asistida en Galicia, pues es la que hace más ciclos de FIV. Y por tanto, la que más embriones acumula, unos cuatro mil. «Desde que abrimos en el año 2005 tenemos 2.908 guardados para uso propio, más 360 para el cese cuando se den los criterios legales, más 607 destinados a investigación, a la espera de proyectos que no existen», explica Elkin Muñoz, director del IVI vigués. «Somos el grupo más grande de España -prosigue-, hemos llegado a tener cuatro líneas de investigación y hoy están cerradas las cuatro. No hay proyectos porque el Estado no los tiene, cuando solo él posee la potestad de impulsarlos, como debe ser».

Con la vía de la donación y de la investigación atascadas, existe, según Elkin, un problema aún mayor, que afecta al uso propio de los embriones. Las técnicas de hiperestimulación se usan para poder elegirlos con alto poder implantatorio, y el propio cliente «considera un fracaso que no le quede alguno congelado para un segundo intento». Pero la realidad es que el embarazo se logra a veces a la primera y eso genera excedentes.

Después, a muchas madres se les plantea «una encrucijada moral» que tiene que ver con la actual crisis. «Tienen embriones guardados y quieren un segundo hijo, pero no pueden asumir en este momento el impacto económico de tenerlo y criarlo. Tampoco los donan por si más adelante cambia la situación. No desean desprenderse de ellos».

El resultado vuelve a ser el limbo de nitrógeno líquido. Las parejas asumen un pago anual por la crioconservación, infinitamente menor que el coste de un hijo. También por eso, matiza Nadal, «se están produciendo muchos impagos de gente que se hace la despistada e incumple porque sabe que los embriones se conservan en la clínica».

Por ley, «el centro está obligado a contactar cada dos años con los propietarios» y preguntarles por escrito qué quieren hacer con ellos, dice Esther Táboas, embrióloga del IVI. Si se pierde el contacto, «después de dos intentos fallidos de comunicación en cuatro años» -que al final son cinco con los trámites-, la clínica pasa a disponer de ellos. Y el problema vuelve a ser del centro. La destrucción de embriones está muy restringida. Es preciso acreditar que la mujer no puede beneficiarse ya de su uso; por ejemplo por enfermedad grave. Pero además, deben acreditarlo dos médicos ajenos a la clínica. Y ni siquiera así: el miedo al conflicto jurídico agravado por una ley imprecisa converge también en la acumulación.

La ley del 2006, que para los profesionales es un desastre, impone un registro de donantes «que no existe -se queja Nadal- a pesar de que llevamos 25 años pidiéndolo». Los únicos datos oficiales completos sobre crioconservación los tiene Cataluña. Si extrapolamos a Galicia sus 107.984 embriones, en relación con el número de FIV de cada comunidad, el resultado supera los 7.500.

Respecto a la solución a todo este embrollo, la gran esperanza, dice el especialista, es «la vitrificación ultrarrápida de ovocitos».