Detectan una «tormenta» que anula la formación de estrellas junto a un agujero negro

Europa Press

SOCIEDAD

Alma (ESO)

La galaxia NGC 1266 emite un grna flujo de gas con una potencia equivalente a la explosión simultánea de 10.000 supernovas

18 dic 2014 . Actualizado a las 18:07 h.

Un equipo de astrónomos del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) ha detectado una tormenta, producida por los chorros de un agujero negro, cuya turbulencia está impidiendo la formación de estrellas en un área que, de lo contrario habría sido una perfecta fábrica de estrellas.

Este hallazgo, publicado en The Astrophysical Journal, demuestra que no hace falta que el agujero negro sea supermasivo para provocar esta interrupción. De hecho, el de esta galaxia estudiada, conocida como NGC 1266, ha sido clasificado por los expertos como «modesto».

Hasta ahora se creía que sólo los intensos chorros producidos por los agujeros negros supermasivos podían disipar el material galáctico a partir del cual se forman los planetas. Estos fenómenos producen lo que se conoce como galaxias rojas muertas: galaxias repletas de antiguas estrellas rojas pero que carecen del hidrógeno necesario para formar estrellas nuevas.

Ahora se sabe que una turbulencia causada por un agujero negro «modesto» es capaz de azotar una capa de gas y polvo -presente en la galaxia- extremadamente densa. Esta densa área, probablemente resultado de una fusión reciente con otra galaxia más pequeña, impide que cerca del 98 % del material expulsado por los chorros, salga del centro galáctico.

«Cual fuerza imparable que choca con un objeto inamovible, las moléculas de estos chorros se topan con tamaña resistencia al entrar en contacto con la densa nube de gas que las rodea que pierden casi por completo su impulso», ha explicado una de las autoras del trabajo, Katherine Alatalo.

Este choque de energías genera una fuerte turbulencia en el gas circundante e interrumpe la primera etapa crucial del proceso de formación estelar. «Se trata del fenómeno de interrupción de formación estelar más intenso que se haya observado», afirma Alatalo.

Las observaciones previas de NGC 1266 revelaron un gran flujo de gas desde el centro galáctico desplazándose a una velocidad de hasta 400 kilómetros por segundo. Alatalo y su equipo estiman que la potencia de este flujo hacia el exterior equivale a la explosión simultánea de 10.000 supernovas. Si bien los chorros son lo suficientemente potentes para agitar el gas, no logran darle la velocidad necesaria para escapar del sistema.

«También puede decirse que los chorros producen turbulencia en el gas y eso le impide estabilizarse, colapsar y formar estrellas», ha señalado otro de los autores, Mark Lacy.

El área observada por ALMA tiene una cantidad de gas equivalente a unos 400 millones de veces la masa del Sol, 100 veces más que en las nubes moleculares gigantes donde se forman estrellas en la Vía Láctea. Normalmente, una nube de gas tan concentrada debería producir estrellas 50 veces más rápido de lo que se observó en esta galaxia.

El trabajo

Para hacer este hallazgo los astrónomos primero ubicaron la luz infrarroja lejana emitida por la galaxia. Como este tipo de luz suele relacionarse con estos procesos de formación estelar, los astrónomos lo usan para detectar regiones donde se forman nuevas estrellas. En el caso de NGC 1266, sin embargo, la luz provenía de una región extremadamente confinada de la galaxia. «Es una área casi demasiado pequeña como para que la luz infrarroja provenga de procesos de formación estelar», ha asegurado Alatalo.

Los astrónomos estudiaron el área en detalle y pudieron ubicar la densa nube de gas molecular en el centro galáctico. Encontraron que esta fuente compacta de luz infrarroja lejana se encuentra rodeada de gas.

Bajo condiciones normales, gas de esta densidad formaría estrellas a un elevado ritmo. El polvo incrustado dentro del gas se calentaría por las jóvenes estrellas y se vería como una fuente extendida y brillante de luz infrarroja. El pequeño tamaño y la debilidad de la fuente infrarroja sugieren que NGC 1266 esté, por el contrario, aparentemente desafiando las reglas de formación estelar.

Los astrónomos también sospechan que hay un mecanismo de retroalimentación activo en el área, donde el agujero negro terminará por calmarse, la turbulencia menguará y volverán a nacer estrellas. Sin embargo, cuando se reanude el proceso de formación estelar, el movimiento del denso gas volverá a lanzarlo hacia el agujero negro y habrá nuevos chorros, que a su vez volverán a interrumpir el nacimiento de estrellas.

NGC 1266 está situada a cerca de 100 millones de años luz de distancia, en la constelación de Erídano. Las galaxias lenticulares son galaxias espirales como la Vía Láctea pero con escaso gas interestelar disponible para formar nuevas estrellas.