EE.UU. destapa la cultura de las violaciones universitaria

victoria toro NUEVA YORK / CORRESPONSAL

SOCIEDAD

La rectora del campus de Virginia suspende las fraternidades porque una joven fue atacada por siete chicos en una fiesta

26 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

La rectora de la Universidad de Virginia suspendió las actividades de las fraternidades hasta enero. Ha sido su respuesta a un demoledor reportaje publicado por la revista Rolling Stone en el que relatan el calvario de una estudiante que sufrió una violación múltiple en una fiesta de una de esas fraternidades. Así puso sobre el tapete uno de los asuntos más sucios y graves de la sociedad estadounidense, por lo enquistado que se encuentra, lo que se conoce como la cultura de las violaciones en los campus universitarios.

Los datos son escalofriantes: una de cada cinco estudiantes sufre un asalto sexual durante su carrera. Y solo el 12 % lo denuncia. El reportaje explicaba que las universidades llevan años intentando ocultar esos delitos solo por una cuestión crematística: si los padres vieran que su hija va a correr riesgo de violación, no la matricularían en esa universidad; así que para evitar la pérdida de alumnas, se oculta.

La noticia no es nueva. Hace un año la Casa Blanca comenzó a ocuparse de otro caso similar, el de las violaciones dentro del Ejército, y el Pentágono encargó estudios sobre la situación real y las soluciones. Inmediatamente después, la Casa Blanca comenzó una campaña para denunciar los abusos sexuales en los campus.

El reportaje narra la historia de una chica de 18 años a la que llama Jackie. La joven recibió una invitación para ir con un miembro de una de las fraternidades, esos poderosos clubes universitarios que son una institución, a una fiesta al comienzo de su primer curso. Una vez allí fue atacada y violada por siete chicos.

Ni los amigos la apoyaron

Los amigos de Jackie le aconsejaron no ir al hospital ni denunciar porque entonces se convertiría en «la chica que se quejó por una violación y nunca más nos van a invitar a las fiestas de las fraternidades». Así que Jackie no hizo nada. Cayó en una profunda depresión. Cuando un año después decidió denunciar ante el departamento específico de su universidad, la responsable le dijo que tenía dos opciones: ir a la policía o aceptar una mediación de la propia universidad para que los violadores entendieran cómo se había sentido.

El reportaje explica que las universidades presionan a favor de la segunda opción porque así no registran los casos. Es lo que hizo Jackie, que vio cómo sus siete violadores siguieron estudiando en el campus sin recibir ningún castigo por su delito.

La Universidad de Virginia, en la que ocurrieron los hechos, pone un énfasis especial en el honor. Desde 1998, 183 estudiantes han sido expulsados de ella por violar el código de honor, entre otras cosas, copiar en los exámenes, pero ni uno solo ha sido obligado a dejar la universidad por asalto sexual. Quizá ahora eso comience a cambiar.