El corazón infartado se repara en dos fases, lo que cambiará el tratamiento

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

<span lang= es-es >Dos reacciones</span>. Las imágenes de resonancia magnética muestran diferentes momentos de la primera semana post-infarto del mismo paciente. Las flechas muestran la reacción inflamatoria del ventrículo izquierdo (VI). Las imágenes de la fila inferior son las mismas que la de la superior, pero con otra secuencia que cuantifica la cantidad de agua en el tejido. Las imágenes recogen las dos ondas de reacción edematosa.
Dos reacciones. Las imágenes de resonancia magnética muestran diferentes momentos de la primera semana post-infarto del mismo paciente. Las flechas muestran la reacción inflamatoria del ventrículo izquierdo (VI). Las imágenes de la fila inferior son las mismas que la de la superior, pero con otra secuencia que cuantifica la cantidad de agua en el tejido. Las imágenes recogen las dos ondas de reacción edematosa. cnïc< / span>

Una investigación del CNIC derrumba un dogma clásico de la medicina

17 nov 2014 . Actualizado a las 04:00 h.

La ciencia ha derribado un dogma de la medicina. El corazón, después de sufrir un infarto, no reacciona en un único y exclusivo episodio que se prolonga durante una semana, sino en dos, lo que no es un hallazgo precisamente baladí, puesto que tiene repercusiones clínicas inmediatas para un mejor recuperación del miocardio dañado y, a medio plazo, para un tratamiento personalizado de los pacientes.

El descubrimiento, que se presentará esta semana en el congreso de la Asociación Americana del Corazón y que se ha publicado en la revista científica Journal of American College of Carciology (JACCC), está liderado por científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) después de examinar secuencias de pacientes con resonancia magnética de última generación, una tecnología única en el CNIC, para visualizar el edema pos-infarto. «Las implicaciones clínicas son inmediatas y afectarán a ensayos ya en marcha», explica el cardiólogo Borja Ibáñez, uno de los autores del estudio, junto a Valentín Fuster.

Hasta este trabajo se daba por hecho que inmediatamente tras un infarto se producía una reacción edematosa (incremento del contenido de agua y células inflamatorias) en el tejido dañado y que esta permanecía estable durante al menos una semana, con una posterior desaparición progresiva. Ahora se ha visto, con el uso de la tecnología de imagen más avanzada, que este suceso ocurre en dos fases, cuando el dogma establecido dicta que debía ser estable en una única reacción que dura diez días.

En la primera reacción, muy brusca y exagerada, se hincha el miocardio hasta duplicar su tamaño, aunque este efecto desaparece «a las tres o cuatro horas, y a las 24 ya no queda ni rastro del edema», apunta Rodrigo Fernández-Jiménez, el primer autor de la investigación. La segunda ocurre entre tres y cuatro días después del accidente cardiovascular y alcanza su máxima inflamación justo a los siete días. La intensidad de esta reacción es tan intensa como en el momento agudo de la primera onda.

«Observar de manera directa en vivo como el miocardio infartado duplica su tamaño y tiene una reacción edematosa tan importante te hace comprender de manera visual el conocido daño por perfusión», añade Fernández.

El estudio se hizo en cerdos, el animal que tiene el sistema cardíaco más parecido a los humanos, por lo que es de prever que las consecuencias prácticas del trabajo empiecen a implementarse en el plazo más corto posible. El primer efecto directo pasa por la elección del momento más adecuado para realizar la resonancia magnética a los pacientes. Ahora se suele hacer en el primer o segundo día después del ataque al corazón, practica que ahora debería realizarse entre los 5 y 7 días para conocer mejor la situación y obtener una mayor eficiencia en el tratamiento.

El descubrimiento de dos reacciones diferenciadas y de distinto origen también abre la puerta a futuros tratamientos. «Se deberían aplicar terapias orientadas a bloquear selectivamente una u otra reacción inflamatoria en momentos diferentes tras el infarto, algo contrario a lo que se hace hoy en día, cuando los pacientes son tratados por igual durante todo el período pos-infarto», apunta Borja Ibáñez. Es el paso hacia la medicina personalizada para el corazón infartado.